martes, noviembre 30, 2010

La vecina húmeda

TOBIAS: No está pasando nada. Me estoy poniendo nerviosa.
MONA: Qué silencio. A un silencio así le siguieron los cañonazos, los fusilamientos, algunos gritos...El silencio puede ser el preámbulo del ruido.
Suena el timbre de la puerta. Los dos se levantan de un sobresalto.
TOBIAS: ¡Es Carlota!
MONA: No, no es Carlota. Siéntate, déjame mirar antes.
Tobías echa un vistazo por la mirilla.
MONA: Es otra vez la vecina de abajo. Le diré que no estamos.
Silencio.
VOZ: (aporreando la puerta) ¡Sé que están ahí! ¡Abran la puerta, es una urgencia!
TOBIAS: (levantádose asustado) ¿Una urgencia? ¿Vendrá a pedirnos un rescate por Carlota?
MONA: (gritando a través de la puerta) Está bien, ¿cuánto?
VOZ: ¿Cuánto qué? Miren, no estoy para bromas. Tengo humedades en mi baño.
MONA: Y yo varices en las piernas.
TOBIAS: (acercándose a Mona) ¿Acaso nos va a decir todo lo que tiene para que nos demos cuenta de lo poco que tenemos nosotros?
VOZ: Hagan el favor de arreglar sus tuberías o llamaré a la policía.
MONA: Si no se va ahora mismo a quien tendrá que llamar es a la ambulancia (a Tobías) A ver si lo coge.
VOZ: ¿A la ambulancia?
TOBIAS¨: No, no lo ha cogido. Era un poco difícil.
VOZ: Si no quieren abrir la puerta no me importa, pero si no arreglan mis humedades volveré a subir y echaré la puerta abajo.
MONA: No podemos abrirle la puerta, es usted una enemiga.
TOBIAS: Si entra en esta casa corre el peligro de pisar una mina.
MONA: (a Tobías, en tono de confidencia) Eso ha estado muy bien. Con lo flojas que tiene las piernas temerá perderlas.
TOBIAS: (pegando la oreja en la puerta) Parece que se va.
MONA: (pegando la oreja también) Se ha ido...Bueno...¿ves como pasan cosas?
TOBIAS: He quedado agotado...¿Volvemos a sentarnos?















Ladillas en Varsovia

Yo pensaba que sólo las putas tenían ladillas y resulta que no, que incluso Borys podía tenerlas. Y ahora incluso yo.

Trabajaba en una empresa de transporte internacional situada en el culo de Varsovia, en la zona industrial. Cuando me hicieron la entrevista me preguntaron si tenía moto. Como vi que era imprescindible tenerla para que me cogieran dije que sí. Pero no tenía.

En mi departamento somos tres: el jefe de importación, la jefa de importación, el jefe de Katowice y yo que no soy jefe de nada. Yo hago lo que me mandan mis superiores, que son todos.

En uno de los mostradores me rasco por primera vez. Al encontrarme entornando los ojos de placer y no encontrarle fin al rascarme decido irme al lavabo, encerrarme y rascarme todo el rato. Tenía a Borys pegado en el vello, sin saberlo. No era el momento de pensar si estaba o no estaba realmente enamorado de él.

Tengo los pantalones en forma de fuelle a la altura de mi rodilla, miro al techo sin ver nada, me rasco ininterrumpidamente. Hasta que no es normal. Me miro y hay unas cositas en el principio de cada pelo. Intentando descubrir la identidad de las cositas me doblo. Y me doblo tanto que me da una contractura en la espalda.

Como puedo me subo los pantalones, gritando por lo bajo. Y arrastrando los pies llego hasta mi sección. La jefa de importación me dice que me paso demasiado tiempo en el lavabo. Le digo que lo necesario. El jefe de exportación me dice que no conteste a Bogumila. Le digo que no le contesto, le respondo. El jefe de Katowice me manda a por una fotocopia pero no puedo moverme del dolor. ¿Te vas a quedar ahí?, me pregunta con el papel casi en el aire. No, me tendré que ir a casa, no me puedo mover. Si no te puedes mover no te puedes ir tampoco a casa, dice Bogumila, la jefa de importación. Pero tampoco puedo ir a hacer una fotocopia, le respondo. No contestes a Bogumila, dice el jefe de exportación, llevándome del brazo hasta un rincón para decirme algo privado.

Lo que me tenía que decir era que no me ve interesado en el trabajo, además, dije que tenía moto y no la tenía. Me lleva a un despacho, cruza las piernas, me entrega un cheque y me despide.
 Al salir me puse los auriculares y empezó a sonar una canción. De fondo, la maldita zona industrial, el autobus que no llegaba nunca y un intenso picor en el pubis. Debido a los libros, el walkman, mi postura y la gente, no me puedo rascar. Lo intento pero no llego. Estoy engordando. Una señora me mira y piensa: "qué juventud". 
Suerte que no llegué a comprarme la moto.

lunes, noviembre 29, 2010

Terrorismo

La señora de la cara redonda y el señor de la cara alargada, procedentes de la habitación 308, salieron del ascensor destino a la recepción. En un principio, justo al pisar el suelo del hall parecían tranquilos pero más de cerca podía verse que eran pura contención. Seguramente habrían bajado los tres pisos en silencio. Se estaban calentando, como el deportista que, antes de empezar a ejecutar movimientos gimnásticos, se queda unos segundos quieto.
Los señores de la 308 eran dos cajas de Pandora que, con resolución militar, se abrirían aquí, delante de nosotros, los recepcionistas de la noche. El empieza:
- Tenemos un problema.
Y hace una pausa. Detrás del denso silencio que ha dejado su frase puede oírse una melodía del hilo musical que siempre va bien para limar asperezas.
La señora asiente nerviosa y en su gesto sacude con la cabeza su rabia. Más que sacudir la bate, removiendo en su interior una química explosiva. Prosigue él:
- Nos han robado el pasaporte y todos los documentos. Los teníamos en una carpeta. El robo ha tenido lugar entre las nueve y las doce. Hay sospechosos. Dos. Y sabemos que el robo se perpetró a las nueve. Entre las nueve y las doce.
- Sí -intervino ella decidida a dar rienda suelta a sus emociones contenidas- y queremos dar un parte.
Pausa digestiva.
- ¿Un parte?...-dije-¿Cómo se hará eso? -pensé-
- Un parte, sí. Eran documentos personales, intransferibles...Eran cosas personales. Allí estaba el carnet de mi Ministerio y mi pasaporte...¡Mi madre muerta!
- ¿Perdón? -no había entendido eso último y habría jurado que se había saltado alguna frase-
- Son cosas que sólo yo puedo valorar, que me dió mi madre antes de morir. ¿A quién pueden importarle esos documentos?
- La verdad es que no creo que le importasen...-dije- si no era su madre...¿Están seguros de que...?
Los dos asintieron a la vez, como si, de repente, emitieran por la misma frecuencia de ondas.
A ella le empezaba a temblar la barbilla al recordar sus cosas, sus cosas perdidas, el momento en que la madre se las dio, la manera en que murió su madre, sus palabras, el primer día que la acompañó al colegio, las Navidades...Eso se lo habían llevado y lo que querían era:
- ¡Queremos formalizar una demanda! ¡Queremos que llame a la dirección! ¡A quien sea!
- El director ahora duerme, son las dos de la mañana. Pero a quien sea...
- ¡No importa, que despierte!
El marido la toma del brazo y sin dejar de mirarnos la tranquiliza.
- Mire -dice él en tono de confidencia- no sé si puede ser importante pero hemos visto a dos personas: un señor con una señora...
- ¿Cómo que no sabes si puede ser importante? ¡Son terriblemente sospechosos, Fabio!
- Por favor, Giulia, déjame terminar...Ella...Ella iba en silla de ruedas y él la acompañaba, caminaba a su lado pero no empujaba la silla, caminaban uno al lado del otro...
- Hasta ahora parecen sólo un poco sospechosos pero...-interrumpo para suavizar-
- ¿Un poco? -grita ella- ¿Un poco? ¿Es que no está atendiendo? Ella en silla de ruedas y él a su lado, ¡como compinches, no como pareja! No les unía el afecto sino una meta: mis documentos.
- Ya sé de quienes me hablan. Son los de la 310. Ella no sólo va en silla de ruedas sino que además no tiene piernas.
- Bueno, ¿y qué? Pues sin piernas, ya ves tú...mientras tenga manos...
- No queremos decir que hayan sido ellos, cuidado, es lo que vimos. Si a partir de estas sospechas ustedes pueden...-dijo él al que la violencia de la mujer y la armonía del matrimonio había apaciguado-
- ¡Pueden no! ¿Qué es eso de pueden, Fabio? ¡Se debe llevar a cabo una una investigación ahora mismo! Que tomen huellas, no sé, para algo tienen que servir estos recepcionistas nocturnos...¡Con lo contenta que estaba yo y, de repente, pum, esto! -y partiendo de esta última exclamación bien hubiera terminado en la injusticia de las Madres de Mayo-
- Tranquilízate, Giulia.
Ella hace ver que se tranquiliza. De hecho le ha pasado otras veces. Da rienda suelta a sus nervios cuando está con él y surge una ocasión porque él sabe apaciguárselos.
- Señora, tranquilícese que nosotros no se lo hemos robado -le digo- Vamos a ver, ¿Están seguros de que esos documentos no pueden estar en cualquier otra parte?
- ¡Claro que sí! ¡En cualquier otra parte están! ¡Por eso queremos formalizar una denuncia, así que ya puede llamar al gerente o a quien sea!
- Un segundo, un segundo -continúo- Descartemos a los de la 310. Una señora sin piernas no va detrás de otras identidades. La silla la delataria.
Estaba ya a punto de decirle que el director estaba de viaje y que volvería poco después de que nosotros termináramos nuestro turno para sacarme ese muerto de encima.
Al final, quedamos en que por la mañana informaríamos a los del otro turno para que llamaran al director, le hicieran venir y ya está.
- Está bien -dijo él ya más tranquilo- Mañana sin falta.
Y tomó a la señora Giulia del brazo porque ella por sí sola no se iba. Sí parecía de acuerdo mentalmente, incluso en volver a su habitación, pero sus sentimientos y su cuerpo no se movían por lo qu ese requería un pequeño remolque. El señor Fabio trató de remolcar a la señora Giulia por el brazo hasta el ascensor, atrayéndola hacia sí como uno de esos carritos de supermercado que se ha quedado enganchado a los demás. Pero ella quería quedarse allí y llorar, hacernos comprender la injusticia del robo y, sobre todo, insistir en la llamada del director o a quien fuera ahora mismo, a pesar de que supiera ya que no lo íbamos a hacer. Ella se veía en la urgencia de imponérnoslo.
La señora Giulia, exhausta por el peso de su inmensa pena, no se veía capaz de sobrellevarlo sola. Su intención de llamar al director no era tanto para que le solventara su problema como el de compartir su pena. O mejor, el de cargar su pena en otro. Era demasiado peso. Su madre muerta, sus recuerdos...¿Cómo iba a dejar la recepción así? Es más, de no poder hablar con el director lo hubiera hecho con Dios.
Por fin, el marido logró arrastrarla hacia el ascensor, como el que lleva al revés la gigante virgen en una procesión.
Desde el ascensor ella nos suplicó:
- Sobre todo, si ven a alguien, algún sospechoso, háganoslo saber..
- Sí, señora, en cuanto veamos algo la llamamos.
- Vamos, entra mujer -suplicaba el marido desde el interior del ascensor-
- ¡Eran cosas personales!...¡Mi madre!...¡El Miniserio!
Una vez más, al oírse a sí misma invocar a su madre, le dió fuerza para salir del ascensor e ilustrar con sus brazos muelles y agitados la muerte, la familia, su desgracia y el descontento.
- Por favor, Giulia, entra.
La toma del brazo y, por fin, ella cede.

Señor de la cara alargada y señora de la cara redonda dentro del ascensor.
- Por favor, si ven algo...-dice ella-
Las puertas se van cerrando. Las puertas van enmarcando su cara...
- ¿Y qué es lo que van a ver? -le pregunta él, ya con la voz en off- ¿A quién?
- Pero bueno, ¿tú estás a favor de...?
Cloc.
Las puertas se cierran. Se sumen las voces. Giulia estalla en un llanto lejano. 
El indicador del ascensor marca el uno.
Silencio.
Todo se vuelve a sumir de nuevo en el silencio.
Dos.
Tres.

Bolsa de trabajo

El título de la entrada no tiene nada que ver con la entrada, lo sé. Es que estoy comprobando la relación que tienen los títulos con las entradas nuevas.
Estoy en un hotel, es una larga historia. Lo importante es que estoy en un hotel, no el porqué. Y estoy haciendo zapping tirado en la cama. Se oye el viento fuera pero aquí hay calefacción y yo paso de un canal a otro.
En un canal alemán nos explican cómo sería la Tierra sin la Luna. No lo entiendo todo pero como de vez en cuando lo ilustran eso me va dando pistas. La Tierra es bombardeada por meteoritos y el planeta va explotando en una maqueta. El porqué de la lluvia de meteoritos y su relación con la Luna no la he entendido. Después un hombre mostraba con unas bolitas en la mano representando la Tierra y la Luna, cómo giraban. Lo de los giros se ha alargado demasiado y me he pasado a un canal italiano donde daban una telenovela. 
Resumiendo, que no sólo hace mucho viento fuera, sino que también el tigre de Siberia se está extinguiendo (CNN), Irlanda aceptó el paquete económico de ayuda, tensiones en Korea (ahora los chinos quieren intervenir para que haya paz y ellos puedan seguir montando todoacienes allí), consiguieron separar a dos hermanas que nacieron con las cabezas pegadas y se sienten mucho mejor porque ahora tienen más intimidad, después de 30 años de guerra la democracia vence en Afganistán (RT News), concierto de Chihiro Yonekura desde Osaka (NHK World), recortes en la educación universitaria en Italia (TG1), un cura hablando en alemán (GayTV), Hilary Clinton pide que se espíe a los países de las Naciones Unidas, elecciones en Haití y cómo hacer un Panetone (CNN), manifestación gay en Nueva Delhi (BBC News). Y en la previsión del tiempo tendremos nieve en el norte de Europa y lluvias en el sur. Un anticiclón que no sé bien lo que es, líneas que se mueven de un continente a otro y ya está.
La próxima entrada se la dedicaré a Israel porque me han entrado tres usuarios de ese país y estoy intrigado, Saludos desde la superficie de mi cama. Pronto seré barrido por un tsunami de mantas.

domingo, noviembre 28, 2010

El video club

Hoy en un video club he oído una breve conversación muy significativa.
Un tipo que buscaba una película sostenía una carátula en sus manos, estudiando la portada y las fotografías de la contraportada. Todo él era un interrogante. El título de la película era algo así como Muertes Seguidas o Perdición, Vísceras y Tú.
El cliente, no pudiendo aguantar más la incógnita del título entre sus manos le ha preguntado al encargado que se encontraba colocando otras carátulas en ese sector:
- Sí, perdón, esta película...¿de qué va? 
El encargado, que acababa de ver ocho películas de Chuck Norris y comido tres bolsas de pipas en su mostrador le ha contestado:
- Va de un monstruo que se va comiendo a la gente. 
Pensé que esa sinopsis sería suficiente y que el cliente devolvería la carátula a su lugar. Pero no lo ha hecho y en su lugar ha vuelto a atacar con otra pregunta:
- ¿Y es buena?
El encargado, sin poner demasiado énfasis ni gesticular demasiado (no ya por la película sino porque nació así) le ha respondido:
- Sí, es entretenida. 
Creo que esta conversación define del todo lo que será el siglo XXI. 

sábado, noviembre 27, 2010

Prestamos para el paraíso

Hubo una época en la que pensé que podría vivir en algún sitio de acorde con mis ingresos de recepcionista en un hotel. Hice una lista de países posibles y países imposibles. Mis opciones eran, o comprar una propiedad con muchos limoneros en la isla de Creta o una casa en Salvador de Bahía. Salí a la calle en búsqueda de financiación. 

La directora del banco me ha informado bien: No es posible (exactamente dijo "viable" porque "viable" hacía más juego con la postura que estaba ejecutando), "No es posible la hipoteca de una propiedad de concesión". Tampoco financian la compra de propiedades extranjeras (Creta) pero si lo que quiero es comprar algo en Brasil, lo que puedo hacer es pedir un préstamo personal de hasta veinticinco mil euros que podría pagar cómodamente en seis años (de los 41 a los 47). Teniendo en cuenta de que el piso en Brasil lo calculo en un mínimo de cincuenta mil euros, tendría que pedir dos préstamos personales. El primero de los 41 a los 47 y el segundo de los 48 a los 54.
Pero entonces quién sabe si los pisos allá habrán subido a sesenta mil y tengo que pedir un tercer préstamo personal que pagaría de los 54 a los 60, edad en la que tendría ya que pagar por compañía, así que para llevarme algo más pediría un cuarto préstamo que iría de los sesenta hasta la tumba.

viernes, noviembre 26, 2010

Magia, luces y acción

Bernie Randall tiene ya setenta años. Cuando la tía Albertina muere, Bernie se presenta en su casa (calle Saint Nicholas, centro de Harlem) para robarle las pelucas. Es lo único que quiere de ella porque hace shows de drag queen con palomas y un caniche. Los hacía desaparecer en el escenario. Un día se dejó al perro en el coche y ya era tarde para ir a buscarlo. Empezó el show sin él y cuando en el escenario hizo desaparecer a las palomas, el perro también desapareció del coche. Eso sucedió en California, en invierno. En verano no hace shows porque suda mucho, se le corre el maquillaje y le resbalan las pelucas.
La china Musmé hacía el show de china tradicional con trencitas en el Tijuana Cat de Nueva York. Se rumoreaba que era china de verdad pero no del centro de China, más bien de los alrededores.
El que hace las conexiones para los shows se llama Panicol. Estaba casado con un judío de Miami, un médico retirado que  vivía en un duplex. El judío le había regalado a Panicol un descapotable rojo, una guitarra eléctrica, una manta de masajes, le había tramitado la residencia y le había convencido de que para vivir era necesario trabajar, más que nada se lo decía para que se sintiera realizado como a él le realizó el mundo de la medicina.
Aquel día, Panicol cayó en una profunda depresión. Llamó a Bernie Randall y le contó lo sucedido. Bernie Randall habló seriamente con el judío y le dijo que nunca más se le ocurriera romper el corazón de Panicol. Así empezó todo. 
A la noche siguiente, caminando sin rumbo por las calles de Miami, la Panicol conoció a la china Musmé, borracha, tirada en el suelo y cantando una canción de Judy Garland. Lo vió claro. Se le ocurrió representarla, ese sería su trabajo.
Llegó a casa todo contento y le comunicó la noticia al médico judío que se llenó también de gozo. Los amigos ya habían empezado a rumorear sobre su relación y no quería que vieran a su amante como un chulo. Ahora con un trabajo todo cambiaría, a pesar de que se le fuera media fortuna en los gastos que suponía la representación de sus amigas.

miércoles, noviembre 24, 2010

La nueva familia

Hace muchos días que Wirka no se suicida. La última vez que lo intentó fue el invierno pasado, después de hacerle un cunnilingus a Kosmo. Ahora está embarazada y se ha mudado al apartamento de al lado, así que son vecinos y Kosmo se la encontrará en la escalera o mirando por la ventana con su cara larga y macilenta, con su cara enamorada, pálida, y trémula. Wirka podría ser el objetivo a través del cual nos miran antes de disparar.
Kosmo me llamó preocupado. No quiere tener un hijo de ella. Es más, no es posible. Nunca logró acostarse con una mujer pero esa noche...esa noche apretó fuertemente los puños y Wirka asegura que entró la punta. Y de esa punta está embarazada.
- No es posible, Kosmo. Con una punta hoy en día no se hace nada. Pero yo creía que no eras bueno para las mujeres.
- Pensé que me había enamorado. Ultimamente me visitaba mucho, estaba mona y, de repente, se me abrió un vórtice cósmico: me vi heterosexual. Se acabaron los parques de madrugada, las sombras y los secretos. Se acabaron las confesiones y las concesiones. La vida es mucho más fácil que ser activo o pasivo. Y la vida se hizo Wirka. No sé si podrías comprenderlo.
- Está bien, vamos a dejar de momento lo de la punta y nos centraremos en lo que me dijiste de ella hace dos meses: Wirka es La Muerte.
- Por eso por más que se suicide no lo logra. ¿No lo entiendes? Y ahora no sólo se muda sino que la historia de la punta me tiene mal. Imagínate, no hace ni una semana me estaba proponiendo colgarnos juntos de la lámpara del techo y ahora tengo que verme con toda una familia.
Quizás Wirka no sea sólo La Muerte, sino también La Esperanza y La Vida. A fin de cuentas, nadie representa sólo un papel y probablemente sean las fichas de dominó con sus dos caras, las que mejor reflejan el alma humana.
Llamaron a la puerta. Era ella. La cara de Kosmo se olvidó repentinamente de su preocupación y con cierto aire de sorpresa infantil exclamó:
- ¡Ve a abrir, será mi familia!

martes, noviembre 23, 2010

La crisis de España

En la boca de todos los metros de la ciudad reparten periódicos gratuitos. Antes sólo era uno, ahora son varios, con diferentes nombres pero con noticias semejantes. La semana pasada, el periódico gratuito 20 Minutos destacaba las siguientes noticias:
- Zapatero insinúa en el Congreso que el paro puede ir todavía a peor.
- El cólera machaca Haití y ya van un millar de fallecidos.
- Para el banco de Irlanda el rescate es inevitable.
- Crece el independentismo en Cataluña (y, por lo tanto, la xenofobia)
- La diputación recorta un 11% las ayudas a los ayuntamientos.
- La recuperación del empleo es débil según Zapatero.
- El paro tocará techo este año.
En la sección Cartas de los lectores se le da voz al pueblo. Es un espacio donde podemos escuchar los lamentos y las quejas de los españoles ante todas estas noticias o donde pueden reflejar su profunda preocupación.
La primera carta dice:

Pregunta: Tengo un amigo que dice que se le dilata el ano un poco y se introduce una jeringuilla llena de alcohol y suelta el líquido dentro de su ano. Posteriormente, su novio le penetra y dice que es bastante placentero, ya que el alcohol deja la zona insensible y siente una especie de hormigueo. ¿Es peligrosa esta práctica?
Respuesta: Depende de la frecuencia con que lo haga. Este tipo de prácticas se puso de moda en los prostíbulos homosexuales de Francia de los años veinte, cuando se pensaba que el alcohol era un buen desinfectante. Pero el interior del recto es una mucosa muy sensible al alcohol, que debilita la zona y la hace más sensible a las enfermedades de transmisión sexual. Para el que introduce el pene tampoco es muy bueno, porque el alcohol quema la piel del glande y le quita sus defensas naturales.





lunes, noviembre 22, 2010

El agente literario

Me contó la historia de su abuelo que había contraído la sífilis en la guerra y que había pasado al estado terciario afectándole al sistema músculo-esquelético que le paralizaba en una silla hasta la muerte. Una vez su abuela quedó sola en una casa de cien hectáreas en el centro de la ciudad, Francisco iba mucho a verla y una vez falleció la mujer, él vendió la casa porque no le gustaban los recuerdos. Cuando vendió la casa, vino el camarero con las hamburguesas. Francisco usaba sandalias sin calcetines en invierno y tenía las uñas de los pies largas y negras como las de un águila. Cuando me propuso una reunión con una productora pensé que sus dientes estarían igual que sus uñas y que su alma estaría ribeteada de un oscuro podrido que apenas le dejaba claridad para sonreír con nitidez. Cuando le oí liberar un gas mientras nos despedía a la puerta de su casa la noche en la que tuvimos la reunión quise negarle ese gas. Hoy se lo concedo porque lo escuché, porque se le cayó y porque su interior está lleno de raigones, gases y secretos.
Uno de sus secretos fue secuestrarme.

La exposición de vaginas

Hay un actor que va haciendo trabajos por aquí y por allá. Se llama Ernest. Y hay una actriz que no consigue trabajos ni por aquí ni por allá. Se llama Gladis. Ernest vive en el East Village, en un estudio, en un sexto piso, en un edificio con portero. Desde el estudio se divisa todo Manhattan y, a veces, Ernest se enciende un porro y mira escenas sexuales de sus vecinos con un telescopio. El telescopio lo compró para mirar la luna y las estrellas pero de día, como no se ven, ve a los vecinos desnudos. Le gusta mirar a las parejas en acción y tanto le gusta él como ella. Eso lo llama bisexualidad. Los hombres le gustan jóvenes, lampiños, muy delgados, extremadamente delicados y activos. Las mujeres le gustan esbeltas, asertivas y de poco pecho. Conoció a Gladis donde se conocen generalmente los actores, en una fiesta. Gladis había sido contratada para leer un cuento en el cumpleaños de un niño. Los niños hicieron un corrillo y Gladis no sólo leyó, sino que también interpretó un poco. Ernest se enamoró de ella en cuanto se subió al piano pero no le gustó que interpretara al hada madrina con acento francés. Esa noche terminaron en el apartamento de Gladis, en Astor Place. Lo hicieron en todos los rincones de la casa y al día siguiente quedaron como amigos. Salían juntos a eventos y a fiestas, Gladis se emborrachaba, insultaba a alguien y normalmente regresaba sola a casa. Si se emborrachaba sin insultar, Ernest la acompañaba pero no siempre subía a su apartamento. Y si alguna vez subió lo hicieron pero ya no por toda la casa.
A Ernest le parecía que Gladis sobreactuaba, por eso no le informaba de las audiciones ni le ayudaba a encontrar papeles. Cuando hablaban de teatro siempre terminaban peleando. 
Ernest la llamó para ir juntos a una exposición de vaginas que había en el West Village. Las exposiciones eran perfectas para empezar la noche porque normalmente se servían canapés, se bebía vino y se podía socializar un poco. Gladis era muy elegante, sabía llamar la atención con su vestuario. Usaba mucho los rojos y los sombreros, abusaba del carmín y no tenía reparos a la hora de ponerse una minifalda de cuero. A Ernest le gustaba entrar con ella en los lugares agarrándola por la cintura y ella se dejaba llevar como una pluma.
Cuando entraron, una mujer estaba leyendo poesías suyas al tiempo que se quitaba la ropa. En el quinto poema ya tenía los pechos al aire. Detrás de ella había un cuadro con una vagina alada. Pasó un camarero ofreciendo vino y Gladis y Ernest siguieron caminando con su copa. A Gladis no sólo le gustaba mucho el vino tinto, sino que además le encantaba pasear la copa. Y sólo por empezar a pasearla caminaron hasta el próximo número donde proyectaban una filmación de una mujer menstruando en una bañera sin agua mientras un pintor, aprovechando los fluídos, mojaba su brocha y dibujaba algo en una tela. Nadie prestaba mucha atención a la filmación pero sabían que estaba allí, gobernándolo todo.
Todo parecía ir a pedir de boca hasta que Gladis se encontró en la mesa de los manjares con una amiga que le debía una explicación (con disculpa) de algo. En cuanto se encontraron las dos de frente, Gladis le tiró el vino de su copa en la cara. Antes de que la amiga reaccionara Gladis la abrazó y le pidió perdón. Ernest tuvo miedo de que la decadencia de la noche hubiera empezado.
- Hacía cuatro años que no me llamaba, se lo tenía merecido.
La amiga que recibió la afrenta la perdonó y las dos hablaron durante un rato. Tenía los pechos muy grandes e iba muy escotada. Caminaron las dos hasta una sala donde unas mujeres alrededor de una mesa comían y charlaban. Gladis se detuvo en el punto exacto donde convergerían las miradas de todas ellas, detuvo la conversación y empezó a pasar su dedo por el canalillo de su amiga, como siguiendo las márgenes de un río en un mapa con su uña. Después le arrancó el escote y las mujeres de la mesa aplaudieron. En cuanto cesaron los vítores, Gladis se fue al encuentro de Ernest, que estaba hablando con un joven novelista de piel morena.
A Ernest nunca le gustaron las pieles morenas, en ninguno de los sexos. Pero esa piel morena le resultaba diferente y se lo presentó a Gladis como "un artista transparente". El mulato quedó fascinado por casi todas las poses de Gladis y empezó a desarrollar una extraña fascinación hacia ella. Y como siempre, después de una fascinación de ese tipo viene un pene, la súbita erección del joven novelista trigueño despertó en Ernest su bisexualidad.
Encontraron una sala vacía, entraron los tres y cerraron la puerta. Marlon dijo que era hora de ponerse cómodos, se quitó toda la ropa y se quedó en calzoncillos blancos. Ernest hizo lo mismo. Gladis, que hasta entonces había permanecido inerte como una virgen en una hornacina, se dejó abrir la blusa. Marlon se metió un pecho en la boca y Ernest el otro, entrecerrando los ojos. 
- Tus tetas siguen siendo como las de una niña -dijo Ernest una vez-
Marlon se quitó los calzoncillos y Ernest, al ver el miembro tieso, empezó a acariciarselo. Eso incomodó un poco a Marlon y temió que la mano de Ernest fuera un requisito para llegar al cuerpo de Gladis.
- ¿Te molesta que te toque? -le preguntó Ernest-
- No, siempre y cuando no te excites demasiado.
Hay verbos que no admiten adverbios: Excitarse mucho, dormirse un poco, morirse un rato, desmayarse a medias...Si van seguidos de un adverbio es porque se está manejando la ironía.
Estaba claro que Ernest estaba de más. Tampoco Gladis le estaba prestando mucha atención, así que Ernest se retiró a su apartamento y Gladis se llevó al novelista al suyo.
Por la mañana, Gladis se despertó con resaca. Marlon ya se había ido. Las sábanas estaban acartonadas del sudor de la noche anterior y olían un poco a esperma y a pies. Posiblemente me penetró, pensó ella. Fue hacia el teléfono y marcó el número de Ernest.
- Estaba tan borracha.
- Yo también.
- Me siento tan puta...No sé qué hacer.
- Todos somos un poco putas.
- Creó que me folló, no me acuerdo. Eso es lo peor de todo. Si por lo menos me acordara...
- Vente a casa, iremos a comer algo por ahí.
- ¿Adónde iremos hoy?
- Hoy reparten olivas y quesos en el Jacob Javitt.
- Demasiado grande pero voy a darme una ducha, me quito lo de ayer y empezamos con lo de hoy. Creo que sí soy una puta.
- ¡Qué importa, estuviste magnífica!
- Está bien, voy pero no hablemos de teatro. Nunca me reconocerás como actriz.

Cuando Gladis salió a la calle, el sol se estaba poniendo. Pero ella se sentía mucho más a gusto bajo la luna. 

domingo, noviembre 21, 2010

Los simbolos fálicos

Estaba hablando con la madre de Ricky, mi amigo dominicano de internet. Decía cosas muy ingeniosas. Hablaba de la circuncisión como si fuera un partido político y todo lo anal le preocupaba mucho. Escribió en un papel una frase que me impactó y que me hizo mirarla a la cara con sorpresa. No parecía ni la madre de Ricky ni cualquier otra madre. Las madres no son así.
 Tuve tantas ganas de conocer a la autora de esa frase que, de pronto, me encontré en un campo donde había una chica subida a una moto. La chica me esperaba para llevarme junto a la autora. Cuando me subí a la moto, ésta se hizo pequeña, tanto que parecía que estuvieramos cagando a pulso.
Atravesamos un campo de espigas altas y secas que habían devorado el camino. Era un camino de dos direcciones en las que apenas cabíamos. Tuve miedo de que, entre la poca visión debido a las espigas y la estrechez del camino, viniera un coche y sin vernos se nos llevara por delante. La moto tenía unas luces muy potentes, así que eso me calmó.
Al llegar a la casa estaba la madre de Ricky. Había cocinado algo y me ofreció de comer. Yo quería una cerveza pero me daba verguenza pedirla. Se la hubiera pedido a Ricky pero estaba encerrado en su habitación haciendo algo que yo desconocía. Mostré mi simpatía hacia la señora y ella me regaló un llavero a propósito de la circuncisión. Era un símbolo fálico de plata, muy bonito, pero el miembro que representaba tenía prepucio. En realidad se asemejaba más a una bala alargada. Hice el gesto de rechazar el regalo pero ella insistió. Dijo que no la usaba. La mujer me caía tan bien que quise que todas sus atenciones fuesen para mí, pero no fue así, conmigo era más bien fría.
Desperté cuando Ricky salió de su habitación. Tenía algo importante que decirme.Cuando sonó el despertador todavía podía ver la cara de Ricky. Qué extraño me resultaba un mundo en el que pudieran convivir en paz un Ricky soñado y un despertador. Me dijo que me lo diría en el próximo sueño porque en el fondo sabía que esa vida a la que yo despertaba no le pertenecía.

sábado, noviembre 20, 2010

La ultima estación

El hombre siempre cogía tarde el tren y por los pelos. Tenía que correr tras él corriendo por entre los raíles. Su desesperación y la rigidez de sus músculos me provocaba ternura. El sabía que yo le miraba y cuanto más le miraba más le adoraba. Su desesperación por subirse al tren me envolvía. Yo permanecía en el andén porque no me importaban los trenes, ni el frío.. Sin embargo, todo su afán era irse y me excitaba tanto el pensar que lo perdería como me entristecía que al final desapareciese.

En el momento de subirse al tren en marcha (que era de esos que echan humo y surcan las montañas) se le caía el paquete de cigarrillos como a la Cenicienta el zapato. Yo le pediría a alguien que lo recogiese para poder tocarlo. Tocando el paquete le tocaba a él. Después volvía a dejarlo en su sitio, en el suelo, porque él llegaba tarde de madrugada cuando yo supuestamente dormía. Un día le había dejado una frase escrita y él lo conservó. Pensé en escribirle compulsivamente todos los diás en los paquetes de cigarrillos que se le caían pero las frases que se me ocurrían se fueron alargando tanto que no me hubieran cabido ni en un cartón.

El día que decidí esperar a que llegara a la estación contemplé su cuerpo negro entero, desnudo, rodeado por una toalla blanca y su miembro erecto. Ese día ya no tenía prisa, ya no correría tras de nada. Se acercó hasta mí, me abrazó y yo me adosé a su cuerpo con el fin de no despegarme nunca. Mis manos verificaban que su esplada estaba constantemente allí. Tuve una sedante sensación de muerte y descanso. 

Me pidió que me cortara el pelo y yo le pregunté si él lo había hecho para lo cual me despegué un poco con el fin de comprobarlo. Se lo había cortado y era tan hermoso que no pude sostener la belleza de su cabeza afeitada y sus ojos que tanto había deseaedo que me anudé en un nuevo abrazo. Quizás le abracé de nuevo para no mirarle tanto. Mis ojos no soportaban tanto, así de repente y necesitaba ir haciendo pausas. 

Cuando desperté empecé de nuevo a trabajar en la fórmula que un día me permitiría encontrarle: la ansiedad

viernes, noviembre 19, 2010

Ana y el castillo

Ana tiene un bolígrafo y dibuja un castillo. Algún día lo tendrá y si no lo tiene, no lo tendrá.

El colapso economico y las inyecciones

Grecia debe a la Comunidad Europea 357 billones de dólares, Irlanda debe a la Comunidad Europea 865 billones de dólares, España e Italia deben a Francia, Inglaterra y Alemania un trillón de dólares cada una. España le debe a Italia 41 billón de dólares e Italia le debe a España 27 millones de dólares. Alemania debe 5 trillones de dólares a no sé quién, Inglaterra no sé cuántos billones de libras a no sé quién. Estados Unidos le debe a China unos 900 billones (billón más, billón menos) y Francia no sé cuantos cientos de millones a no sé quién. Y, para colmo, yo le debo a Visa Mastercard 15 mil euros.

En todo este escenario de ingentes deudas se habla de que un país va "a la quiebra". O sea, que debe ya la hostia porque hasta ahora nadie debe la hostia. Entonces cuando un país de la Comunidad Europea ya debe la hostia, llora y la mamá Comunidad Europea le ofrece un pack para que salgan de su quiebra. Pero la Comunidad está formada por países que se deben entre sí y que no pueden saldar sus deudas por falta de dinero. Lo que no entiendo es de dónde sale ese maravilloso "pack salvador" ¿A quién le sobra el dinero que otro necesita? Imagino que los países de la Comunidad Europea aportan ese dinero entre todos. Nadie puede saldar su deuda exterior pero sí han hecho como unos ahorrillos para esos casos de emergencia, ¿será eso? Cuando dicen que se le va a dar una "inyección" a la economía, ¿quién es la enfermera que tiene la inyección? ¿Qué lengua habla la bondadosa enfermera? Una pregunta más: ¿A quién beneficia la inyección si ya vamos por la segunda y no he podido pagar mis 15 mil euros?

Sin embargo, lo que se oye en boca del pueblo es: "ya salimos de la crisis" (como si fuera un túnel), o "lo peor ya ha pasado", o "estamos en el ojo del huracán", "los bancos poco a poco vuelven a abrir el grifo". Yo, mientras tanto, voy visualizando un túnel, un ojo de huracán, un grifo y sigue sin cuadrarme nada.

Bueno, mejor seguir con las historias de mi blog. Ellas no están en crisis.

jueves, noviembre 18, 2010

Gitano evangelizando América

Roger el gitano ha visitado a un cura para decirle las "verdades de la historia". Siempre dice alguna que otra verdad pero últimamente está muy inspirado. Ayer me dijo seis. Ahora se dedica a hacer visitas espirituales a personas con problemas y a punto de llanto. Les hace preguntas extrañas tipo: "¿Se ha limpiado usted mismo?" -se refiere a limpieza espiritual con hierbas o minerales- Después cita algún pasaje bíblico de los que tiene memorizados y que se aprende en el camino. Como se mudó a una habitación en Long Island tiene tiempo para eso. Cuando hay mucho tráfico le da para memorizar dos sellos del Apocalipsis. Todos esos pasajes y esas visitas pueden "hacer el bien a la humanidad". Actualmente dice que está "modernizando métodos de los experimentos de lectura del alma". Pronto empezará a atender desgraciados en su mismo cuarto pero..."lo haré cuando sepa bien de la mente humana"
Paisajes desde el Long Island Railroad

miércoles, noviembre 17, 2010

Diarios de Brooklyn

2 de diciembre: A Yulka, mi casera, le han operado de una rodilla. Dentro de dos semanas estará de nuevo tendiendo la colada en su "yarda" La última que hizo fue blanca y resaltaba mucho con el gris de diciembre. M.declaró saliendo de su casa que aunque el doctor le haya prohibido operarse del espolón se lo operará de todos modos. Le contesté que no podía operarse sola y se molestó.

5 de diciembre: He vuelto a pintar la casa, me gusta ir pintando. Los colores hacen las veces de diferentes casas dentro de la misma. Es una agradable sensación de ir viajando y de cambiar el aspecto de las cosas. Espero impaciente el día en que se puedan pintar también a las personas. Empezaría, sin duda, pintándome a mí.

7 de diciembre: El día soleado y sin niebla me ha permitido ver a mi vecino desde la ventana que da a las pequeñas "yardas" Tiene sobrepeso y lleva unos pantalones tan ajustados que me ha hecho pensar en la traducción al español de "camel foot" ("pie de camello" el aspecto de una entrepierna de mujer cuando va muy ceñida y lleva los pantalones más arriba de la cintura)

8 de diciembre. Es muy difícil encontrar aparcamiento en este barrio (Ridgewood, Brooklyn) y, como la gente lo sabe, se vuelve salvaje. En Washington Heights le pegaron un tiro a una mujer que le quitó el aparcamiento a alguien (si hubiera sobrevivido la habrían invitado a un talk show para que se vengara). No sé si han puesto velitas en ese lugar o si las han encendido en un sitio donde esté prohibido aparcar para que la ira de los demás no las apaguen. Siguen la tradición que piensa que los muertos permanecen un tiempo en el lugar donde murieron. En este caso, el fantasma de la mujer permaneció unos días frente a la bodega dominicana Evelín, en la calle Saint Nicholas.

10 de diciembre. La tormenta de nieve me ha animado a escribirle un email amistoso a R. M. No he leído nada suyo pero no se lo he confesado. Se hubiera molestado porque ella pensará que todo el mundo que se dirige a ella sabe lo que ha hecho. Nunca me atrajeron sus rizos. Si llevara el pelo liso seguramente conocería algo de su biografía.

11 de diciembre. He tenido una revelación: el tiempo no existe. Pero ya es tarde, rompí todas mis fotos antiguas. No tenía más de cinco o seis pero eran un testimonio de que no siempre tuve la misma edad (aunque la gente no es tonta, se da cuenta)

12 de diciembre. Las personas con vicios gestuales semejantes aparecen en la vida de uno en grupo y de repente. En las últimas semanas no hacen más que entrar en mi vida personas que al hablar dan la vuelta al ojo. Una es Suna, coreana; otra es Stephania, hija de Yulka.

13 de diciembre. He vuelto a escribir a Vila Matas. El me contesta con frases muy cortas y su tono es más bien despreciativo, soberbio. Sin embargo, eso no me frena. Seguramente, dentro de dos semanas me sentiré mal por haberle perdido el respeto a mi amor propio.

15 de diciembre. F.me ha confesado que M.me regalará para Navidad calcetines. Y como los compraba él me preguntó por anticipado si los quería oscuros o blancos. La verdad, los dos me gustan.

16 de diciembre. Imagino que Yulka ya se ha recuperado. La he visto a través de la ventana de la cocina tender una colada de ropa de color. Nos hemos saludado superando la barrera de la altura. Me ha dicho que ya está mejor "pero que tiene que tender la ropa" El hecho de que use muchos infinitivos en inglés me despista.

20 de diciembre. Cada vez viene menos gente al flamenco. Una de las bailarinas es también traductora, lo he sabido cuando se ha quitado el vestido de lunares. A su novio no le gusto, me mira de reojo y sus sentimientos hacia mí hacen ruido, me arañan la cara y me empujan. Seguramente piensa que su novia me atrae y que por eso apunto su dirección. El tampoco me gusta pero no hago ruido, sólo voy y vengo con vasos en la mano.
R.M. no me ha respondido. Me siento tranquilo pero temo que a la próxima tormenta de nieve le escriba diciéndole algo desagradable.

24 de diciembre. Todos el mundo se ha puesto de acuerdo en regalarme calcetines. ¿Será que camino raro?
La cena de Navidad en casa de Margot (todavía no sé si es Margó, Margotte o Margot, hoy se lo he preguntado pero se ha echado a reír y cuando ha terminado la conversación ya iba de otra cosa, así de rápido se suceden las fotografías y los gestos en la cena de Nochevieja) Rubén está mucho más gordo, tanto que sufría al verle caminar o levantarse. No se lo he dicho para no animarle a que vuelva a hacerme magia negra. La muñeca que tenía en el altarcillo de su cuarto ya no está. Se habrá podrido porque la última vez que la vi, la pobre estaba quemadísima. Y es que esa muñeca recibe los daños que él desea a los demás o algo así. Comoquiera que sea, le veo más gordo pero no se lo he dicho, es más, he puesto cara de pensar que le veía más delgado, por miedo a lo que he dicho antes. También estaba el Tigre. Creo que ya tiene cien años. Me ha preguntado “qué me cuento” pero no sabía qué contarle, así, de repente. Sonia la “psíquica” y su hija cenaban con nosotros pero como la mesa es muy pequeña para todos lo hicimos por turnos. Ella no me tocó en el primer turno y su hija tampoco me tocó. Al principio pensé que la hija era lesbiana por su cuerpo, su manera de andar y su cara pero después Ruben me dijo que sufrió la polio de pequeña y por eso tiene ese aspecto. Por reirse de ella el año pasado, César no fue invitado. Todos los años oímos que invita a César porque no tiene familia. Y César hace intervenciones desagradables contra la vida de los demás y la gente se arrepiente de haberle invitado. Sonia vio que César hizo comentarios jocosos de su hija y no quiso tenerlo presente el día de Nochevieja. F.no abrió sus regalos, todavía no sé por qué pero hice lo imposible para que lo hiciera.

25 de diciembre. Willie y Diego, los vecinos de M, irán como cada año a intercambiar regalos. A Diego le dio hace poco una embolia pero parece que la va superando. Le sustituyeron una venita del corazón por una del pie. Dice que cuando piensa en su pie le provoca ansiedad. El médico le ha dado una cita para el año que viene. Le ha dado un año más de vida. Le ha ordenado que regrese en un año. Si le apetece morirse no podrá. A Willie no le ha dado nada, por lo que su sonrisa tendrá el mismo aspecto que los otros años.
Simone Rosi ya no canta karaoke en el Chateau Brazil de la calle 30 en Astoria porque se peleó con una amiga que fue a verla y a mitad del show le pidió a gritos (y en portugués, para que lo entendieran todos) que le devolviera el dinero que le debía. Antes, Simone Rosi no es lo famosa que es hoy en Astoria por lo que se dedicaría a pedir dinero a las amigas que entonces parecían muy dispuestas a ayudarla. Ahora que es famosa lo que quieren es hundirla para que les siga pidiendo. El dueño está harto de que la gente se pelee. Yo intuía ya que el aparente bienestar de Simone contenía peleas inesperadas que revelarían parte de su pasado mendicante.
Mañana, mi hermana se irá de Vishakapatnam hacia Putiparti y Bangalor.
Todo sigue su curso.

31 de diciembre. Me gustaría ser como Noam Chomsky, encontrarme delante de un auditorio de ojos redondos en una universidad americana (la de Michigan, por ejemplo), provocar con mi espera desde el púlpito de las palabras un silencio sepulcral e iniciar mi discurso así: “Veréis, muchachos, las cosas son así...” Y tener razón. Me gustaría tanto saber que tengo razón. No tartamudearía, no se me trabaría la lengua, no se me haría un nudo en la garganta. Tendría en mi boca el convencimiento de las cosas y el ánimo de organizar el universo de ideas de los demás con una sonrisa de paz y armonía. Las palabras, como digo, fluirían desde el cauce tranquilo de mi saliva. Después del discurso, volvería a ser yo, no conviene quitarle la personalidad a nadie durante mucho tiempo.
La ex monja (orden Mariana) vecina de J en Garrofers se ha personificado en casa de J. para declararle su amor. Horas más tarde ha bajado su novio a pedirle a J el sacacorchos. Al cabo de dos días, Jaume colgó en la puerta de J un calcetín con motivo de las Navidades. J. al verlo se dijo que lo quitaría en cuanto regresara de la compra y cuando regresó, Auxie (María Auxiliadora), la vecina lo había llenado de bombones y había colocado el viejo sacacorchos. J está cansado del papel que está haciendo para mi novela.
En el flamenco habían contratado a una mujer nueva en el puesto de lavaplatos. Declara conocerme de algo. Ella es de Bilbao pero yo no la conozco de nada. Sí me suena su cara pero lo que me suena es una especie de plano, una organización en la cara antes de que empezaran a colocarle los órganos. Me suena tanto su cara como me sonaría un edificio en construcción. Su cara me remite a otras caras. O quizás es su manera de estar mirándome, o su cerebro tramando una conversación conmigo.
Cuando nos dicen que subamos unos bultos al altillo resultaba ser que los bultos eran suyos, de la vasca. Rápidamente vino para cerciorarse de que los tratáramos con cariño (por su peso los odiamos intensamente). Eran todas sus cosas personales, lo supe por el olor y por la desesperación con que habían sido embotelladas en aquellos sacos. Le pregunté si se estaba mudando y allí aprovechó para contarme la historia de su vida. Historia llena de misterios (tanto reales como de redacción ya que no se explicaba muy bien) que consideró deberían iniciarse con la siguiente frase: “Yo tengo dos casas en Francia” Me bastó oír esa frase para saber:

1. Que no sólo no tiene dos casas en Francia, sino que no la tiene ni en Nueva York.
2. Que su vida es un relato desesperado con un misterioso fin.
3. Que podría ser cualquier cosa.
4. Que tanteaba mi ingenuidad.

Efectivamente, la habían dejado sin apartamento. Prosiguió con un relato sobre un bloqueo de sus cuentas bancarias, de un complot mundial sobre su persona porque resultaba ser traductora del gobierno o que la utilizaban como intermediaria entre el gobierno y el partido nacionalista vasco. Bien fuera por las prisas a contarlo todo o por defecto de redacción lo que pude colegir de ella fue:

1. Es vasca, tiene un doctorado en lingüística que se ha sacado no hace mucho en una universidad francesa. El doctorado se lo sacó en algo relacionado con la lengua que la madre transmite a sus hijos o algo así, me pesaba mucho su maleta y no quería hacerle repetir nada.
2. Habían bloqueado su cuenta bancaria, le habían echado del apartamento y dormiría con Shorty en la sala de flamenco. Le dieron un trabajo de lavaplatos. Ya había trabajado antes de eso por 160 dólares a la semana. “El problema es de los ilegales” –dice-
3. Su coche salió en la portada de un periódico vasco, confiscado. Ella se dirigió a un ministerio y cuando dijo lo del doctorado en Francia todos se echaron a reír. Están anulando su identidad.

Lolo quiso pegar a Jorge por no pagar el alquiler y Jorge se hizo con una cadena por si subía. Jorge se siente humillado por el miedo que me deja entrever pero me confiesa que es un monstruo peleando. Una vez se peleó con cinco y los cinco se asustaron mucho. Me ilustró a grandes rasgos la pelea. “Pa, pa, pa” y Jorge acabó con los cinco. Así hará con la cadena y con Lolo, si sube. “Pa, pa y pa” No obstante tiene miedo, se lo leo en los ojos aunque su boca sea valiente.

martes, noviembre 16, 2010

El coleccionista

Richard colecciona amistades de postín. Los atiende cuando se encuentran en momentos delicados con vistas a que se lo devuelvan con creces en el futuro. Uno fue un diputado. Se acostó con él sabiendo que un día llegaría a presidente y, una vez en su cargo podría ayudarle a tramitar unos papeles para el consulado. Así fue. Siguió cultivando su amistad, le invitaba a cenas que organizaba en su casa. Había forjado una amistad tan profunda con el diputado tan fraternal e íntima que se permitía, de vez en cuando, darle unas nalgadas delante de todos al pasar. Con eso le decía a su audiencia lo que a él le estaba permitido por el futuro presidente. Los demás admiraban tanto a Richard, que ante situaciones como esta se quedaban más perplejos y boquiabiertos que una muñeca hinchable. Richard jugaba con los derechos que un día le había dado su alcoba.

Otro de sus amigos pintaba y por cosas de la vida se quedó sin casa. Richard le dió cobijo y le ofreció su cama y su cuerpo en lo que encontraba otra cosa sabiendo que sus pinturas un día serían muy cotizadas y así fue. Con el transcurso del tiempo, la casa de Richard se convirtió en un museo de cuadros regalados y muy valorados. Una vez el pintor encontró casa empezó a asistir a las cenas en casa de Richard y éste, para provocar en la audiencia sentimientos encontrados, aprovechaba para darle un beso de vez en cuando. Nadié pensó que Richard podría hacer eso con un pintor de esa talla.

Richard es de los que, de algún modo, te dicen: "Yo le tiré de los pelos del culo al director del Teatro Nacional"

lunes, noviembre 15, 2010

El bolso de Suna


Suna estaba en contra de los que defendían a los animales porque todos ellos iban en contra de su bolso de Louis Vuitton.
- Yo cuando lo compré ya estaba muerto y, además, ¿por qué seis mil dólares? Carísimo.
El hecho de que el bolso fuera caro no le impedía comprarlo pero estaba en su derecho de quejarse. Es más, su cara estaba perfectamente adaptada a la queja.

Suna era la mujer de el encargado y dueño del restaurante. Era coreana y a veces traducía literalmente de su lengua. Cuando decía frases cortas y contundentes parecía que estuviéramos viendo una película de Bruce Lee en su versión original.
Marlene era la camarera y la admiraba tanto que, sin querer, la imitaba. De haber tenido la salud económica de Suna habría vestido exactamente igual que ella. 
Marlene se interesó mucho por el bolso y los argumentos que le dió Suna para comprárselo, tan frágiles como un "vale la pena" la convencieron en seguida.

Pero Marlene en realidad no quería el bolso, quería ser Suna llevando el bolso. Una vez dueña de ese bolso Marlene no sabría bien cómo llevarlo para sacarle todo su provecho, para sacarle todo el partido a ese "vale la pena".
Consiguió el bolso por mil dólares en Ebay y en cuanto lo recibió no pudo esperar a llevarlo al trabajo.

Lo dejó detrás de la barra, con la delicadeza del que lleva una persona a dormir. En el transcurso de la noche, el bolso cayó al suelo. En el suelo nadie hubiera dado más de veinte dólares por él. El lugar exacto de ese bolso era un escaparate.

En cuanto lo vió allí tirado, Marlene suspiró tan profundamente que casi se aspira a sí misma dejando fuera los ojos. Lo rescató del suelo con temor a romper su frágil esqueleto y le quitó el polvo con el mismo cuidado con el que un cirujano extrae un tumor cancerígeno. Así fue como Marlene impidió que el polvo se propagase por todo el bolso.

Cuando terminó la noche y ya habíamos recogido todo, Marlene se sentó en la barra frente a Suna para que ella la viera con su bolso nuevo. En ese mismo momento, Suna le invitó a salir a la calle a que viera aparcado frente a la puerta su nuevo Jaguar descapotable.

Marlene miró al suelo con su bolso colgando del hombro con tan poca gracia que parecía que estuviera cargando un rifle.
Seguramente no vendían Jaguars descapotables en Ebay.


jueves, noviembre 11, 2010

La Cenicienta paranoica (dedicado a Antonio de Nicaragua)


El hada le dijo a Cenicienta que podía ir a la fiesta del Palacio Real con la condición -dedo levantado- de que regresara antes de medianoche.
El hada se rascó la nariz con la barita mágica que a veces  usaba como uña.

La Cenicienta tuvo que acceder. Las opciones eran, o bien ir a esa fiesta de palacio y comer cerca del hermoso Príncipe o fregar los suelos para sus hermanastras.

Como el hada tuvo la sensación de que Cenicienta no tomaba sus condiciones demasiado en serio la amenazó con convertirse en una rana si llegaba más tarde de las doce. La barita mágica la llevaría a palacio pero tendría que regresar sola porque la barita mágica no hacía viajes de ida y vuelta.

"¿Por qué una rana y no un caballo, un cuervo o una rata? Se preguntó y pensó en lo terrible que sería saltar de charca en charca, especialmente si antes de rana has sido criada.

Al toque de barita, Cenicienta ya estaba sentada en la mesa de palacio, flirteando con el Príncipe sentado a su lado.

La cena fue más larga de lo que pensó y los postres no llegaron hasta las once y media. A las doce menos veinte el Príncipe le pidió para salir a pasear por el césped del jardín.

El Príncipe le preguntaba muchas cosas superfluas como entrante pero Cenicienta no tenía tiempo para estar hablando de bobadas así que en cuando llegaron a la estatua de Sir Morgan The Great, Cenicienta se abalanzó desesperadamente sobre el Príncipe y le besó, arriesgándose a que el Príncipe la tomara por una fresca. Eran las doce menos diez.

Por su lado, el Príncipe tampoco perdió mucho el tiempo. Le quitó la ropa, le besó el cuello, le chupó las tetas...Las doce menos cinco.
Díos mío, Cenicienta estaba ya paranoica.

Segundos para medianoche.

A las doce en punto el Príncipe horadó y desgarró la vagina de una rana maldiciendo: ¡Oh, mierda!

miércoles, noviembre 10, 2010

La piscina de Paul


Paul se fue de Londres a toda prisa porque su padre se estaba muriendo en Texas donde tenía una casa con piscina.

Me mandó muchas fotos de la piscina por email al ordenador de la recepción del hotel que cobraba dos libras por minuto. En el email escribió: "Siento haberme tenido que ir a toda prisa. Mi padre se está muriendo. Pude haberte cedido la habitación de mi hotel, estaba pagado por los tres días que me iba a quedar pero no me fue posible pensar en eso cuando recibí la llamada desde Texas. Te mando una foto de mi piscina. Mañana te mandaré más".

Y lo hizo. Al día siguiente regresamos de nuestro tour por la ciudad y ahí tenía otro email: más piscina, diferentes ángulos.

Me pregunto si era una obsesión personal o planeaba invitarme a su casa en Texas y ahogarme ahí después de una velada de vino y rosas en el contexto de su paisaje particular y su padre agonizando sobre el húmero césped verde.

martes, noviembre 09, 2010

El lago de Laussane


Ricardo tiene un amigo que conoció a un hombre una noche, cerca del lago de Lausane. El hombre era rico, tenía un barco, echó el ancla y se adentró en la espesura del bosque. Allí se encontraron, acercándose uno al otro, haciendo crujir las hojas secas.

Los dos se gustan mucho. Son capaces de hacer cualquier cosa. No hay nadie más en ese bosque, sólo ellos dos, la adrenalina y algún extraño animal haciendo gorgoritos desde un árbol.

El hombre que tiene un barco, le propone al amigo de Ricardo ir hasta él. El amigo de Ricardo accede. Total, es sólo un barco. Además, para eso está. Si después se arrepiente siempre puede saltar.

Tienen que subir a bordo y para ello  es necesario dar un considerable salto. El amigo de Ricardo nunca ha saltado de tierra firme a un barco. Nunca ha conocido a un hombre con un barco de noche, en el lago de Laussane. Es más, apenas ha saltado a ninguna parte. Nunca había sido nadie.

La excitación del momento, la novedad y el deseo impulsan al amigo de Ricardo a dar el salto. El hombre le ofrece la mano, él se la queda mirando. Su mano bajo la luz de la luna, plateada y algo vieja. Pero no le hace falta. Dobla un poco las rodillas, se da impulso y vuela un poco.

El hombre sube el ancla, enciende los motores y se alejan rugiendo lentamente. El hombre estaba ya en su casa y el amigo de Ricardo se alejaría de ella. Con ese sonido de fondo se imaginaba el amigo de Ricardo follando con el hombre y esas imágenes se le antojaron horribles.

Al cabo de pocos minutos, el hombre apaga los motores. El amigo de Ricardo siente como el silencio del aire mece y transporta el barco, sin rumbo. Flotan en el agua. Flotan en el agua, como una hoja. Como dos hojas, Dios mío, piensa el amigo. Y le embarga una náusea acuática.

Entonces el hombre se acerca al amigo de Ricardo, de pie en proa, mirando a lo lejos, hacia donde se habían conocido: tierra firme, tierra segura.

El hombre le abraza por la espalda y le susurra al oído: “Romántico, ¿no?”

El amigo de Ricardo no dijo nada o dijo un sí trémulo y agudo, como si  hubiera soplado a través de una flauta dulce: temía por su vida.

sábado, noviembre 06, 2010

El dragón y el pato amarillo



Una abuela y su nieta se sientan en uno de los vagones de la línea 1. Juegan con dos muñecos de trapo, un dinosaurio y un pato amarillo. La abuela trata de penetrar en la psicología de su nieta cuando ésta hace que el dinosaurio se avalance violentamente sobre el pato. La abuela no quiere que su nieta se familiarice con la violencia. No, le dice, eso no se hace. ¿Por qué? Porque son amigos. La niña se queda un poco aturdida sujetando al dinosaurio. No hace caso y vuelve a arremeter contra el pato situado boca arriba sobre el regazo de la abuela.

- No, así no, son amigos. Mira, como son amigos...¿no crees que deberían hacer un viaje?
- No.
- ¿No crees que deberían hacer un viaje juntos, entonces?
- No
- Podrían ir a...¡Al Polo Norte!
- No
- ¡Pues a Coney Island que está más cerca! -dijo la mujer queriéndole ahorrar a la niña horas de vuelo y frío innecesario-
- No
- Entonces a...¡Puede coger el ferry de Staten Island!
- No
- ¿Entonces adónde pueden ir?
- A casa
- Oh, a casa

El dragón no quería la amistad del pato amarillo, sólo quería follárselo.

viernes, noviembre 05, 2010

Mujer en busca de cariño



Una mujer negra e inmensa (diría que era de color pero no, era negra) caminaba con dos niños de la mano.

Cuando los tres se me cruzaron ella les estaba preguntando: ¿Me queréis? Los niños asentían jocosos, dando brincos sobre el asfalto. Para ellos la preguna no tenía mucho que ver con el amor pero para la mujer era de suma importancia por el aspecto de su cara, el arco de sus cejas y el desorden de su mirada. Era casi una cuestión de vida o muerte que alguien la amase y como sabía que los niños tienen la tendencia a amar a aquellos que les benefician sus caprichos se los llevó consigo. Ese día el capricho de los niños fue ir al parque.

Quizás la mujer, sintiéndose infeliz y marginada por algún adulto, decidió sitiar el amor de los hijos de un vecino con el fin de que le regalaran amor momentáneo. Su hombre no le dió mucho y decidió ir al parque con los niños de Lawrence y Gabriella. En el camino de regreso (y cuando yo pasaba) les preguntó: ¿Me amáis? Y los niños asintieron jocosos dando brincos sobre el asfalto: ¡Sí!, ¡Sí!
No fue suficiente. Tuvo que preguntarlo una y otra vez del mismo modo que un convicto preguntaría desesperado a su carcelero cuánto le queda de condena.

- ¿Me queréis mucho?
- ¡Sí!
- ¿Mucho, mucho? ¿Mucho?
- ¡Sí!, ¡Sí!, ¡Sí! –gritaban sin dejar de brincar-

Sí, era más fácil para ella ser amada por los niños. En los cuentos, los niños aman a los monstruos del mismo modo con el que aman a las princesas.

El llanto de la sirenita


Se conoce a una persona a través de otra. O nos la trae una circunstancia. A Félix, María Eulalia se la trajo Isolda, una ex bailarina que no soportaba el ruido. Una ex bailarina que ahora se dedicaba por completo a dar clases para corregir las posturas. Cuando veía algún problema en alguien decía que era postural. Si hubiera sido peluquera diría que son por los rizos. Le ponía de muy mal humor, por ejemplo, encontrarse alguien en la calle haciendo footing porque normalmente lo hacía mal. E Isolda se enzarzaba en una perorata interminable sobre cómo correr bien. La gente se piensa que todo es hacer músculo, dice, pero lo más importante es saber caminar. ¿Cómo vas a correr si no has aprendido a caminar antes? O a sentarse, la gente no sabe sentarse. Hace seminarios sobre cómo sentarse y cómo caminar. Imagínate que tienes algo sobre la cabeza, un vaso lleno, y no se te puede derramar una gota. Así se camina, como una sirenita. En su clase, todas saben hacer la sirenita muy bien, aunque no perfectamente. Sentadas en el suelo sobre su esterilla, las rodillas juntas a la izquierda, los pies a la derecha, la espalda recta, los ojos se cierran.

Isolda vive en el edificio donde más ruidos se producen pero aún así la quieren echar. Le gusta Félix pero no es el momento de acostarse con él. Para ella primero es el hogar, después la compañía. Isolda no está mal, tiene un buen cuerpo, pero lo que le interesa a Félix es que le presente a la Maria Eulalia que todavía no conoce.

Félix e Isolda fueron al Gimlet a beber mojitos cubanos. A su lado una pareja de cincuentones se están dando el lote tan cerca de ellos que casi les salpican con sus lenguas. El le magrea los pechos, el abdomen y la entrepierna, que ella protegía cruzando las piernas. Hacia las tres de la madrugada empezaban a cerrar el bar e Isolda se inició en una especie de monólogo acerca de su situación actual. Van a echarla del apartamento ruidoso donde vive y se niega a vivir con sus padres. Sus padres le bautizaron con una de las óperas de Wagner. Después se acordó de una cliente o pacienta que tenía. La clienta sufría de cáncer y le pidió a Isolda que la atendiera. No se sabe si al final Isolda curó a su amiga del cáncer pero al pensar en eso, Isolda lo relacionó con la muerte de su marido por esa misma enfermedad y que ella fue incapaz de curar. Isolda avisó que iba a llorar y estalló en un desconsolado llanto. Félix miró alrededor: el camarero estaba frente a ellos esperando a que Isolda terminara de llorar para implorarles que marcharan. Cuesta interrumpir el dolor. En los altavoces sonaba un aria de ópera interpretada por el tiple de una soprano y la pareja de al lado trataba de deshacere con sus lenguas un nudo imposible. La escena le sugirió a Félix el final de una película en la que, justo antes de aparecer desde abajo y lentamente los títulos de crédito, Isolda levanta la cabeza y enseña sin mensaje su cara bañada en lágrimas.

María Eulalia caminaba con el método de Isolda, se sentaba con el método de Isolda y follaba como una profesional. Por eso Zdenko se enamoró de ella. Por eso también Isolda se entendió con Maria Eulalia. Las dos se acurrucaban en la cama después del orgasmo y en la escalera de Isolda no se oía más que ruido. Un ruido que se había ido acrecentando a medida de que Isolda era consciente de que no bailaría nunca más. Ruido que se fue acrecentando a medida que se vio condenada a sus malditas clases.

María Eulalia también la había visto llorar. Isolda lloraba antes de follar.

Después del Gimlet fueron a casa de Isolda y ella se entregó a Félix.

miércoles, noviembre 03, 2010

El mundo contra Jessica Parsons


Para Collin dormir es perder el tiempo. Esta noche no lo ha perdido mucho. Siempre trata de no perderlo, de dormir poco. Y, por fin, en la input session llevada a cabo por Jane Colprit, pudo decirlo a la clase entera, como declaración personal, como rebeldía. Cuando Collin levantó su voz en el ejercicio número tres y dijo que dormir era perder el tiempo se hizo un pequeño silencio. ¿Se trataba de aturdir a los demás? Jessica le miró por encima de sus gafas, intuyendo que algún día podría decirlo a alguien para impresionar. En Connecticut no se decían cosas así, sonaban a profundas, a locura en el centro comercial. Pero en Praga, en el contexto de un curso de inglés quizás tenían algún sentido. Para Jessica, que llevaba un vestido negro con un lazo inmenso a la altura del ombligo, la declaración de Collin la sumergía en un mundo de bohemia. Y para Jane Colprit, que daba la input session de gramática no le provocó sino una ligera sonrisa. Para ella todas las respuestas eran válidas, todas le hacían brincar. Jane tiene muelles en las rodillas, es difícil saber con certeza su altura porque cuando no está brincando está tomando impulso. Los muelles se los pusieron cuando decidió dedicar su vida a la enseñanza infantil. Era necesario caminar dando jocosos saltitos para realizar los juegos en clase y su excesivo amaneramiento provenía del mismo lugar al que recurren los adultos sabedores de que para hacerse entender por los niños tienen que volverse ellos mismos un poco retrasados, hacer uso constante de sonrisas desalmadas, mostrar una excesiva energía, celebrar cualquier respuesta, aunque fuera equivocada. Así cuando Collin declaró que dormir era perder el tiempo, Jane no varió su sonrisa, sólo decayó un poco por las comisuras, avanzando de las comisuras hasta el centro de los labios como a veces avanza la muerte empezando por los pies. No es que Jane no aprobara la declaración, simplemente no se la esperaba y le costó lo suyo volver a recuperar su aspecto ficticio de animada contorsionista. Pero apenas retomó su personalidad fingida dio otro brinco, recuperó por entero su extraña sonrisa y juntando las manos en una palmada exclamó: A waste of time, good! What about you, Jessica? Y Jessica, que se veía en la coyuntura de sacar de su pasado una respuesta tan original como la de Collin, sintió ganas de llorar, una ligera náusea, un pequeño suicidio. ¿Por qué se había ido de Connecticut para meterse en ese curso? ¿No estaba, acaso, su vida ligada estrecha y únicamente a los centros comerciales, a los helados, a los Jelly Beans y al mundo de las propinas obligadas en los restaurantes? ¿Qué podría responder ella a lo del sueño que pudiera impresionar? A ella le gustaba dormir, lo necesario. No destacaba por lo mucho ni por lo poco. No amaba ni odiaba el sueño. Es más, ni siquiera se acordaba de lo que había soñado. Jessica respondió cualquier cosa, y también fue válido para Jane, que dio otro brinco de alegría, esta vez menos ficticio ya que su sonrisa no se vio mermada por una respuesta no esperada y la clase volvió a fluir de la manera antinatural con la que había empezado.

Los diarios de Brooklyn


2 de diciembre: A Yulka, mi casera, le han operado de una rodilla. Dentro de dos semanas estará de nuevo tendiendo la colada en su "yarda" La última que hizo fue blanca y resaltaba mucho con el gris de diciembre. M.declaró saliendo de su casa que aunque el doctor le haya prohibido operarse del espolón se lo operará de todos modos. Le contesté que no podía operarse sola y se molestó.

5 de diciembre: He vuelto a pintar la casa, me gusta ir pintando. Los colores hacen las veces de diferentes casas dentro de la misma. Es una agradable sensación de ir viajando y de cambiar el aspecto de las cosas. Espero impaciente el día en que se puedan pintar también a las personas. Empezaría, sin duda, pintándome a mí.

7 de diciembre: El día soleado y sin niebla me ha permitido ver a mi vecino desde la ventana que da a las pequeñas "yardas" Tiene sobrepeso y lleva unos pantalones tan ajustados que me ha hecho pensar en la traducción al español de "camel foot" ("pie de camello" el aspecto de una entrepierna de mujer cuando va muy ceñida y lleva los pantalones más arriba de la cintura)

8 de diciembre. Es muy difícil encontrar aparcamiento en este barrio (Ridgewood, Brooklyn) y, como la gente lo sabe, se vuelve salvaje. En Washington Heights le pegaron un tiro a una mujer que le quitó el aparcamiento a alguien (si hubiera sobrevivido la habrían invitado a un talk show para que se vengara). No sé si han puesto velitas en ese lugar o si las han encendido en un sitio donde esté prohibido aparcar para que la ira de los demás no las apaguen. Siguen la tradición que piensa que los muertos permanecen un tiempo en el lugar donde murieron. En este caso, el fantasma de la mujer permaneció unos días frente a la bodega dominicana Evelín, en la calle Saint Nicholas.

10 de diciembre. La tormenta de nieve me ha animado a escribirle un email amistoso a R. M. No he leído nada suyo pero no se lo he confesado. Se hubiera molestado porque ella pensará que todo el mundo que se dirige a ella sabe lo que ha hecho. Nunca me atrajeron sus rizos. Si llevara el pelo liso seguramente conocería algo de su biografía.

11 de diciembre. He tenido una revelación: el tiempo no existe. Pero ya es tarde, rompí todas mis fotos antiguas. No tenía más de cinco o seis pero eran un testimonio de que no siempre tuve la misma edad (aunque la gente no es tonta, se da cuenta)

12 de diciembre. Las personas con vicios gestuales semejantes aparecen en la vida de uno en grupo y de repente. En las últimas semanas no hacen más que entrar en mi vida personas que al hablar dan la vuelta al ojo. Una es Suna, coreana; otra es Stephania, hija de Yulka.

13 de diciembre. He vuelto a escribir a Vila Matas. El me contesta con frases muy cortas y su tono es más bien despreciativo, soberbio. Sin embargo, eso no me frena. Seguramente, dentro de dos semanas me sentiré mal por haberle perdido el respeto a mi amor propio.

15 de diciembre. F.me ha confesado que M.me regalará para Navidad calcetines. Y como los compraba él me preguntó por anticipado si los quería oscuros o blancos. La verdad, los dos me gustan.

16 de diciembre. Imagino que Yulka ya se ha recuperado. La he visto a través de la ventana de la cocina tender una colada de ropa de color. Nos hemos saludado superando la barrera de la altura. Me ha dicho que ya está mejor "pero que tiene que tender la ropa" El hecho de que use muchos infinitivos en inglés me despista.

20 de diciembre. Cada vez viene menos gente al flamenco. Una de las bailarinas es también traductora, lo he sabido cuando se ha quitado el vestido de lunares. A su novio no le gusto, me mira de reojo y sus sentimientos hacia mí hacen ruido, me arañan la cara y me empujan. Seguramente piensa que su novia me atrae y que por eso apunto su dirección. El tampoco me gusta pero no hago ruido, sólo voy y vengo con vasos en la mano.
R.M. no me ha respondido. Me siento tranquilo pero temo que a la próxima tormenta de nieve le escriba diciéndole algo desagradable.

24 de diciembre. Todos el mundo se ha puesto de acuerdo en regalarme calcetines. ¿Será que camino raro?
La cena de Navidad en casa de Margot (todavía no sé si es Margó, Margotte o Margot, hoy se lo he preguntado pero se ha echado a reír y cuando ha terminado la conversación ya iba de otra cosa, así de rápido se suceden las fotografías y los gestos en la cena de Nochevieja) Rubén está mucho más gordo, tanto que sufría al verle caminar o levantarse. No se lo he dicho para no animarle a que vuelva a hacerme magia negra. La muñeca que tenía en el altarcillo de su cuarto ya no está. Se habrá podrido porque la última vez que la vi, la pobre estaba quemadísima. Y es que esa muñeca recibe los daños que él desea a los demás o algo así. Comoquiera que sea, le veo más gordo pero no se lo he dicho, es más, he puesto cara de pensar que le veía más delgado, por miedo a lo que he dicho antes. También estaba el Tigre. Creo que ya tiene cien años. Me ha preguntado “qué me cuento” pero no sabía qué contarle, así, de repente. Sonia la “psíquica” y su hija cenaban con nosotros pero como la mesa es muy pequeña para todos lo hicimos por turnos. Ella no me tocó en el primer turno y su hija tampoco me tocó. Al principio pensé que la hija era lesbiana por su cuerpo, su manera de andar y su cara pero después Ruben me dijo que sufrió la polio de pequeña y por eso tiene ese aspecto. Por reirse de ella el año pasado, César no fue invitado. Todos los años oímos que invita a César porque no tiene familia. Y César hace intervenciones desagradables contra la vida de los demás y la gente se arrepiente de haberle invitado. Sonia vio que César hizo comentarios jocosos de su hija y no quiso tenerlo presente el día de Nochevieja. F.no abrió sus regalos, todavía no sé por qué pero hice lo imposible para que lo hiciera.

25 de diciembre. Willie y Diego, los vecinos de M, irán como cada año a intercambiar regalos. A Diego le dio hace poco una embolia pero parece que la va superando. Le sustituyeron una venita del corazón por una del pie. Dice que cuando piensa en su pie le provoca ansiedad. El médico le ha dado una cita para el año que viene. Le ha dado un año más de vida. Le ha ordenado que regrese en un año. Si le apetece morirse no podrá. A Willie no le ha dado nada, por lo que su sonrisa tendrá el mismo aspecto que los otros años.
Simone Rosi ya no canta karaoke en el Chateau Brazil de la calle 30 en Astoria porque se peleó con una amiga que fue a verla y a mitad del show le pidió a gritos (y en portugués, para que lo entendieran todos) que le devolviera el dinero que le debía. Antes, Simone Rosi no es lo famosa que es hoy en Astoria por lo que se dedicaría a pedir dinero a las amigas que entonces parecían muy dispuestas a ayudarla. Ahora que es famosa lo que quieren es hundirla para que les siga pidiendo. El dueño está harto de que la gente se pelee. Yo intuía ya que el aparente bienestar de Simone contenía peleas inesperadas que revelarían parte de su pasado mendicante.
Mañana, mi hermana se irá de Vishakapatnam hacia Putiparti y Bangalor.
Todo sigue su curso.

31 de diciembre. Me gustaría ser como Noam Chomsky, encontrarme delante de un auditorio de ojos redondos en una universidad americana (la de Michigan, por ejemplo), provocar con mi espera desde el púlpito de las palabras un silencio sepulcral e iniciar mi discurso así: “Veréis, muchachos, las cosas son así...” Y tener razón. Me gustaría tanto saber que tengo razón. No tartamudearía, no se me trabaría la lengua, no se me haría un nudo en la garganta. Tendría en mi boca el convencimiento de las cosas y el ánimo de organizar el universo de ideas de los demás con una sonrisa de paz y armonía. Las palabras, como digo, fluirían desde el cauce tranquilo de mi saliva. Después del discurso, volvería a ser yo, no conviene quitarle la personalidad a nadie durante mucho tiempo.
La ex monja (orden Mariana) vecina de J en Garrofers se ha personificado en casa de J. para declararle su amor. Horas más tarde ha bajado su novio a pedirle a J el sacacorchos. Al cabo de dos días, Jaume colgó en la puerta de J un calcetín con motivo de las Navidades. J. al verlo se dijo que lo quitaría en cuanto regresara de la compra y cuando regresó, Auxie (María Auxiliadora), la vecina lo había llenado de bombones y había colocado el viejo sacacorchos. J está cansado del papel que está haciendo para mi novela.
En el flamenco habían contratado a una mujer nueva en el puesto de lavaplatos. Declara conocerme de algo. Ella es de Bilbao pero yo no la conozco de nada. Sí me suena su cara pero lo que me suena es una especie de plano, una organización en la cara antes de que empezaran a colocarle los órganos. Me suena tanto su cara como me sonaría un edificio en construcción. Su cara me remite a otras caras. O quizás es su manera de estar mirándome, o su cerebro tramando una conversación conmigo.
Cuando nos dicen que subamos unos bultos al altillo resultaba ser que los bultos eran suyos, de la vasca. Rápidamente vino para cerciorarse de que los tratáramos con cariño (por su peso los odiamos intensamente). Eran todas sus cosas personales, lo supe por el olor y por la desesperación con que habían sido embotelladas en aquellos sacos. Le pregunté si se estaba mudando y allí aprovechó para contarme la historia de su vida. Historia llena de misterios (tanto reales como de redacción ya que no se explicaba muy bien) que consideró deberían iniciarse con la siguiente frase: “Yo tengo dos casas en Francia” Me bastó oír esa frase para saber:

1. Que no sólo no tiene dos casas en Francia, sino que no la tiene ni en Nueva York.
2. Que su vida es un relato desesperado con un misterioso fin.
3. Que podría ser cualquier cosa.
4. Que tanteaba mi ingenuidad.

Efectivamente, la habían dejado sin apartamento. Prosiguió con un relato sobre un bloqueo de sus cuentas bancarias, de un complot mundial sobre su persona porque resultaba ser traductora del gobierno o que la utilizaban como intermediaria entre el gobierno y el partido nacionalista vasco. Bien fuera por las prisas a contarlo todo o por defecto de redacción lo que pude colegir de ella fue:

1. Es vasca, tiene un doctorado en lingüística que se ha sacado no hace mucho en una universidad francesa. El doctorado se lo sacó en algo relacionado con la lengua que la madre transmite a sus hijos o algo así, me pesaba mucho su maleta y no quería hacerle repetir nada.
2. Habían bloqueado su cuenta bancaria, le habían echado del apartamento y dormiría con Shorty en la sala de flamenco. Le dieron un trabajo de lavaplatos. Ya había trabajado antes de eso por 160 dólares a la semana. “El problema es de los ilegales” –dice-
3. Su coche salió en la portada de un periódico vasco, confiscado. Ella se dirigió a un ministerio y cuando dijo lo del doctorado en Francia todos se echaron a reír. Están anulando su identidad.

Lolo quiso pegar a Jorge por no pagar el alquiler y Jorge se hizo con una cadena por si subía. Jorge se siente humillado por el miedo que me deja entrever pero me confiesa que es un monstruo peleando. Una vez se peleó con cinco y los cinco se asustaron mucho. Me ilustró a grandes rasgos la pelea. “Pa, pa, pa” y Jorge acabó con los cinco. Así hará con la cadena y con Lolo, si sube. “Pa, pa y pa” No obstante tiene miedo, se lo leo en los ojos aunque su boca sea valiente.