miércoles, noviembre 03, 2010

Adiós, Salzburg


Salzburgo, el Salzsach, el sprichster, el hambre, la nieve, la soledad, mi ventana, nevando esperando a Inge comiendo trufas, nevando esperando a Inge bebiendo cerveza, celos de Michael, sus músculos desproporcionados, un puente…varios puentes de hielo, un policía en su guardia, una multitud en una esquina y otra esquina desolada, las tres de la mañana en un parque, una pareja jadeando tras un árbol, lavar vasos en el Radison, cigarrillos turcos, comedor de obreros con posters de América y Canadá en las paredes, como cuadros del Louvre, bebida rosa para todos, los cubos de basura, un tren abigarrado y un espía de inmigración dentro de una gabardina negra, susurros de vagón, el español de una mejicana en la cocina del hotel Que se ofrece a ayudarme, el turco que me regala sus cigarrillos, el agua de la manguera a las cinco de la tarde sobre el suelo de las cocinas, los comedores de lujo, las bandejas, el dinero, la avenida del Salzach sin trabajo y con el dinero justo para una cerveza esperando a Inge, el sol que no derrite la nieve, Inge no llega, el camarero quiere que siga bebiendo, soy totalmente pobre, no tengo ni una moneda para llamarla y saber qué le ha pasado, las tres de la mañana en mi cama de la habitación del albergue de estudiantes, gritos, risas y frases de gente que entra, yo que grito “keine Lârm!”, Las tarjetas de horas convenidas que vende el conductor de autobús, el conductor que me grita frases largas en dialecto, la gente del autobús que me mira con reproche “otro extranjero” me dicen con los ojos, la universidad de Salzburgo, Rainhard ha engordado en su biblioteca, me saluda con una sonrisa taimada, se ha casado con Claudia, la mujer celosa que le llamaba a Florencia haciéndole jurar que le era fiel, tiene una niña y un apartamento, las clases de español no me van a dar un schelling, ya no me acuerdo del cambio porque no tengo dinero que calcular, comedor de la universidad de Salzburgo, invitación a bocadillo con cerveza Heffe, no querer nada más que no se acabe ese momento, camareras que pasan, estudiantes que se encuentran, Rainhard que pregunta, Inge que sonríe, huída en un tren local, adiós Inge hasta nunca, Inge llora, llora la estación, llora el taquillero, adiós Salzburgo hasta nunca, adiós bombones de Mozart y adiós Salzsach, adiós Michael y adiós hasta nunca Rainhard, la frontera de nuevo y Munich, los lavabos de Munich y un hombre que se masturba, llueve en la estación de autocares, Stuttgart, leo el Spiegel, un mensaje del conductor a todos los pasajeros, un mensaje de terror, jóvenes beben cerveza e invitan a una chica extranjera, brindan, me operaría con tal de beber una, una cerveza fría y el calor de una conversación.
Si en Austria y en Alemania hay mucho más que eso, yo no lo viví.

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