...
- ¡Tchist!
- ¿Es a mí ese chasquido?
- ¿Hay alguien más?
- No es manera de llamar a la gente.
- Como no sé tu nombre no te puedo llamar de ningún modo.
- Cuando no sabes el nombre de alguien no tienes derecho a dirigirte a él. Para eso están los nombres...Son como secretos que se confiesan a personas que nos despiertan un interés especial.
- ¿Me dices tu secreto?
- Me llamo Candy.
- Es un nombre muy bonito, hace juego con tu aspecto.
- Gracias.
- ¿Te molesta si me siento a tu lado?
- Como quieras, pero no tengo muchas ganas de hablar.
- Sólo te molestaré lo justo.
- La molestia no tiene grados. Se molesta y ya está.
- Pues te molesto y ya está...Desde aquí te veo mejor.
- Es por la perspectiva. Aquel banco está más lejos.
- ¿Qué haces perdida en el parque?
- No estoy perdida, estoy meditando, liberando pensamientos.
- ¿A esta hora?
- ¿Qué mejor hora para liberar pensamientos?
- Se pueden liberar de día.
- De día es cuando los pensamientos esclavizan, por decirlo de algún modo.
- ¿Qué te gustaría saber de mí?
- Me gustaría saber cuándo te vas a cansar de hablar.
- Deberías relajarte.
- Eres un extraño y no hablo con extraños.
- Cuando sepas mi nombre ya no seré un extraño. Lo dijiste antes.
- Exactamente no es lo que dije pero bueno...¿Cómo te llamas?
- Marcus.
- ¿¿Marcus?? Me parece que me tengo que ir.
- ¿Así tan rápido?
- ¿Debería irme poco a poco?
- ¿Te espera alguien?
- Me dirijo al final del parque y tengo prisa por llegar a ese punto...Me lo he puesto como objetivo.
- Te he preguntado si te espera alguien.
- Nadie espera a...Candy.
- Quédate un poco más. La noche es serena y tranquila.
- Me quedo pero que conste que no lo hago porque la noche sea serena y tranquila.
- ¿Por qué te quedas, entonces?
- Porque nadie espera a Candy.
- Te conviene hablar con alguien de vez en cuando.
- ¿De qué puedo hablar contigo?
- Hagámonos preguntas.
- No se me ocurre nada ahora.
- ¿Vives sola?
- Sí.
- Yo te protegeré.
- ¿De quién?
- Los lugares solitarios son peligrosos para una mujer indefensa como tú.
- Si me hubieras dicho eso antes me hubieras tenido en tu regazo toda la vida.
- ¿Toda la vida?
- Pongamos que yo estoy sola, sentada en este banco. Llueve y yo no tengo ni paraguas ni bolsas...Las gotas de lluvia se deslizan blandas e irrespetuosas por mi cara...¿qué más?...¡Sí! ¡El rimel!...El rimel forma unos caminitos sobre mis pobres mejillas y...¡mujer a la intemperie!...Me encanta, es fabuloso. ¿Tú no eres romántico? Si no lo eres no habrás entendido nada, claro.
- ¿Cuál es mi papel en esa escena?
- Luego entras tú y me entras a golpes porque eres una persona que no tiene sentimientos y tanto te da enterrarme viva como llevarme a París.
- ¿Y si no me diera igual?
- Esa era mi escena. Si la quieres de otro modo inventate una propia. Es que estoy escribiendo mi biografía para la posteridad con fotos y pies de página.
- Mi escena sería...
- Sigue.
- No importa.
- Tienes miedo.
- El miedo es también un sentimiento.
- Entonces no tienes miedo.
- No, qué remedio.
- Entonces continúa.
- En mi escena entraría yo y al verte ahí sentada como te has descrito me despertarías algo tierno...algo que no he sentido nunca.
- Eso es un poco cursi y lo cursi me pone violenta.
- Pues me parece una bonita escena.
- Sólo le faltaban dos palmeras cocoteras y una playa de arena blanca. Es hora de que empecemos a decir la verdad, guste o no guste.
- ¿Qué verdad?
- Que no tenemos sentimientos.
- Pero es bueno que pensemos que podríamos tenerlos en un momento dado, para crear dualidad.
- Me voy a casa. He pensado demasiado.
- No te vayas.
- Me haces daño en el brazo.
- Quédate.
- Bueno...Ya no lloverá más. No me gusta la lluvia. Es blanda.
- Las cosas blandas humillan.
- ¿Entonces por qué usas cosas blandas conmigo?
- A tu lado me siento débil y con ganas de besarte. Debe de ser incómodo ser una persona muy deseada. Los que no lo somos tenemos que buscarnos la manera de conseguirlo...Voy a acercarme a ti...¿Puedo?
- Pensaba que de noche en este parque uno hacía con el otro lo que quería aunque el otro no quisiera.
- Si no quieres no puedo obligarte.
- Deja que me resista un poco y después me besas.
- ¿Tienes alguna escena especial en la mente?
- Seguramente.
- Te voy a besar.
- Me resisto un poco...eso, acércate...haz fuerza...ahora me doy a ti por completo.
- ¡Betty!
- ¡Oh, no, la coja de nuevo!
- ¡No Betty, con la muleta no! ¡Betty! ¡Be...! Vaya.