martes, noviembre 02, 2010

Escena con misterio pero sin hilo


Se acaba de marchar un coche en el que había dos personas. A juzgar por las voces que llegaban de tanto en tanto, a modo de olas que el viento nos deja escuchar cuando cesa momentáneamente o toma otro rumbo. He seguido el caso prácticamente desde el principio. El y ella. Ella gorda, opulenta, de un rubio teñido. El, sentado frente al volante, casi indolente, con una camiseta roja. Ella, fuera del coche, hablaba con un tono plañidero y confuso que da el alcohol a algunas mujeres (generalmente deshonradas). Las voces subían el volumen, incluso la de él después cuando, poco a poco y, tras rogarle varias veces que cerrase la puerta del coche para poder marcharse, perdió la paciencia. En una de las veces salió él del coche para cerrar la puerta él mismo y también para obligarla a entrar pero ella huía y se apresuraba a abrir la puerta del otro lado. Todo apuntaba a que era un juego en el que nunca pueden estar las cuatro puertas cerradas. Poco a poco él iba perdiendo la paciencia hasta que sacó un revólver y mientras la apuntaba ella gritó: ¡Eso, mátame! Pero, sinceramente, ¿quién quiere matar a alguien que pide morir? Se trataba de que ella no quisiera, así que no lo hizo y volvió a guardar la pistola. En cuanto ella se despistó, cerró la puerta desde dentro e intentó abandonar el lugar. Pero, qué va, ella saltó sobre el capó gritándole: ¡Tú no te vas, hijo de puta! Y también de nuevo: ¡Eso, mátame! El coche, ante esta situación de mujer sobre el capó, no logró marcharse. Ella entonces abre la puerta y se sienta dentro. El, lleno de rabia, le coge la cabeza de ella y se la pone en el regazo o entre las piernas. Ella ha logrado liberarse de sus potentes brazos, estallando en gritos que proferidos desde el interior del coche sonaban como desde dentro de una caja de percusión. El ha arrancado el coche y se han ido dejándome a mí en la ventana.

¿Quién era ella y qué quería de él? ¿Por qué no la dejaba marchar? ¿Quién era él y por qué no perdía la paciencia del todo? Porque era culpable, sin duda. Y ella andaba o borracha o drogada, o era una prostituta exigiendo el dinero de una sesión. Elías piensa que ella es una amante casual a la que llama de vez en cuando, se la chupa y luego la deja en su casa sola y despeinada. Ahora hay un coche de la policía rondando por aquí. Llegan tarde en las películas y en la vida real. ¿Y si le hubiera disparado?

La calle ha vuelto a su silencio habitual. La Avenida Gates es muy tranquila. Seguramente el relato inconcluso ha sido visto por unas cuantas familias desde sus ventanas anónimas. El relato inconcluso tiene un hilo perdido, con lo cual no podemos exhibirlo mucho pero si tuviera que decir de qué iba diría que trataba de la existencia humana, del cuerpo que tenemos y del camino por el que andamos.





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