jueves, noviembre 11, 2010

La Cenicienta paranoica (dedicado a Antonio de Nicaragua)


El hada le dijo a Cenicienta que podía ir a la fiesta del Palacio Real con la condición -dedo levantado- de que regresara antes de medianoche.
El hada se rascó la nariz con la barita mágica que a veces  usaba como uña.

La Cenicienta tuvo que acceder. Las opciones eran, o bien ir a esa fiesta de palacio y comer cerca del hermoso Príncipe o fregar los suelos para sus hermanastras.

Como el hada tuvo la sensación de que Cenicienta no tomaba sus condiciones demasiado en serio la amenazó con convertirse en una rana si llegaba más tarde de las doce. La barita mágica la llevaría a palacio pero tendría que regresar sola porque la barita mágica no hacía viajes de ida y vuelta.

"¿Por qué una rana y no un caballo, un cuervo o una rata? Se preguntó y pensó en lo terrible que sería saltar de charca en charca, especialmente si antes de rana has sido criada.

Al toque de barita, Cenicienta ya estaba sentada en la mesa de palacio, flirteando con el Príncipe sentado a su lado.

La cena fue más larga de lo que pensó y los postres no llegaron hasta las once y media. A las doce menos veinte el Príncipe le pidió para salir a pasear por el césped del jardín.

El Príncipe le preguntaba muchas cosas superfluas como entrante pero Cenicienta no tenía tiempo para estar hablando de bobadas así que en cuando llegaron a la estatua de Sir Morgan The Great, Cenicienta se abalanzó desesperadamente sobre el Príncipe y le besó, arriesgándose a que el Príncipe la tomara por una fresca. Eran las doce menos diez.

Por su lado, el Príncipe tampoco perdió mucho el tiempo. Le quitó la ropa, le besó el cuello, le chupó las tetas...Las doce menos cinco.
Díos mío, Cenicienta estaba ya paranoica.

Segundos para medianoche.

A las doce en punto el Príncipe horadó y desgarró la vagina de una rana maldiciendo: ¡Oh, mierda!

1 Comentarios:

Blogger Gato Pardowski dijo...

Vaya imagen!!
He oído hablar de hombres que se follan a las vacas, a los caballos, incluso a los polllos, pero nunca a una rana...
Un abrazo.

7:59 a. m.  

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