sábado, diciembre 18, 2010

Las malditas de Prospect Park 7


- ¡Tchist!
...
- ¡Tchist!
- ¿Es a mí ese chasquido?
- ¿Hay alguien más?
- No es manera de llamar a la gente.
- Como no sé tu nombre no te puedo llamar de ningún modo.
- Cuando no sabes el nombre de alguien no tienes derecho a dirigirte a él. Para eso están los nombres...Son como secretos que se confiesan a personas que nos despiertan un interés especial.
- ¿Me dices tu secreto?
- Me llamo Candy.
- Es un nombre muy bonito, hace juego con tu aspecto.
- Gracias.
- ¿Te molesta si me siento a tu lado?
- Como quieras, pero no tengo muchas ganas de hablar.
- Sólo te molestaré lo justo.
- La molestia no tiene grados. Se molesta y ya está.
- Pues te molesto y ya está...Desde aquí te veo mejor.
- Es por la perspectiva. Aquel banco está más lejos.
- ¿Qué haces perdida en el parque?
- No estoy perdida, estoy meditando, liberando pensamientos.
- ¿A esta hora?
- ¿Qué mejor hora para liberar pensamientos?
- Se pueden liberar de día.
- De día es cuando los pensamientos esclavizan, por decirlo de algún modo.
- ¿Qué te gustaría saber de mí?
- Me gustaría saber cuándo te vas a cansar de hablar.
- Deberías relajarte.
- Eres un extraño y no hablo con extraños.
- Cuando sepas mi nombre ya no seré un extraño. Lo dijiste antes.
- Exactamente no es lo que dije pero bueno...¿Cómo te llamas?
- Marcus.
- ¿¿Marcus?? Me parece que me tengo que ir.
- ¿Así tan rápido?
- ¿Debería irme poco a poco?
- ¿Te espera alguien?
- Me dirijo al final del parque y tengo prisa por llegar a ese punto...Me lo he puesto como objetivo.
- Te he preguntado si te espera alguien.
- Nadie espera a...Candy.
- Quédate un poco más. La noche es serena y tranquila.
- Me quedo pero que conste que no lo hago porque la noche sea serena y tranquila.
- ¿Por qué te quedas, entonces?
- Porque nadie espera a Candy.
- Te conviene hablar con alguien de vez en cuando.
- ¿De qué puedo hablar contigo?
- Hagámonos preguntas.
- No se me ocurre nada ahora.
- ¿Vives sola?
- Sí.
- Yo te protegeré.
- ¿De quién?
- Los lugares solitarios son peligrosos para una mujer indefensa como tú.
- Si me hubieras dicho eso antes me hubieras tenido en tu regazo toda la vida.
- ¿Toda la vida?
- Pongamos que yo estoy sola, sentada en este banco. Llueve y yo no tengo ni paraguas ni bolsas...Las gotas de lluvia se deslizan blandas e irrespetuosas por mi cara...¿qué más?...¡Sí! ¡El rimel!...El rimel forma unos caminitos sobre mis pobres mejillas y...¡mujer a la intemperie!...Me encanta, es fabuloso. ¿Tú no eres romántico? Si no lo eres no habrás entendido nada, claro.
- ¿Cuál es mi papel en esa escena?
- Luego entras tú y me entras a golpes porque eres una persona que no tiene sentimientos y tanto te da enterrarme viva como llevarme a París.
- ¿Y si no me diera igual?
- Esa era mi escena. Si la quieres de otro modo inventate una propia. Es que estoy escribiendo mi biografía para la posteridad con fotos y pies de página.
- Mi escena sería...
- Sigue.
- No importa.
- Tienes miedo.
- El miedo es también un sentimiento.
- Entonces no tienes miedo.
- No, qué remedio.
- Entonces continúa.
- En mi escena entraría yo y al verte ahí sentada como te has descrito me despertarías algo tierno...algo que no he sentido nunca.
- Eso es un poco cursi y lo cursi me pone violenta.
- Pues me parece una bonita escena.
- Sólo le faltaban dos palmeras cocoteras y una playa de arena blanca. Es hora de que empecemos a decir la verdad, guste o no guste.
- ¿Qué verdad?
- Que no tenemos sentimientos.
- Pero es bueno que pensemos que podríamos tenerlos en un momento dado, para crear dualidad.
- Me voy a casa. He pensado demasiado.
- No te vayas.
- Me haces daño en el brazo.
- Quédate.
- Bueno...Ya no lloverá más. No me gusta la lluvia. Es blanda.
- Las cosas blandas humillan.
- ¿Entonces por qué usas cosas blandas conmigo?
- A tu lado me siento débil y con ganas de besarte. Debe de ser incómodo ser una persona muy deseada. Los que no lo somos tenemos que buscarnos la manera de conseguirlo...Voy a acercarme a ti...¿Puedo?
- Pensaba que de noche en este parque uno hacía con el otro lo que quería aunque el otro no quisiera.
- Si no quieres no puedo obligarte.
- Deja que me resista un poco y después me besas.
- ¿Tienes alguna escena especial en la mente?
- Seguramente.
- Te voy a besar.
- Me resisto un poco...eso, acércate...haz fuerza...ahora me doy a ti por completo.
- ¡Betty!
- ¡Oh, no, la coja de nuevo!
- ¡No Betty, con la muleta no! ¡Betty! ¡Be...! Vaya.

4 Comentarios:

Blogger ✙Eurice✙ dijo...

Me había saltado esta parte...
Sabía que la muleta era un arma letal,no podía ser de otra forma.
Me mantengo en que son dos personalidades en una, me gusta pensar por mi misma, independientemente de lo que quiera expresar el autor.
Buenas noches!

11:08 p. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Gracias por seguir la historia hasta el final, Eurice

11:52 p. m.  
Blogger Thiago dijo...

He vuelto para cumplir lo prometido... ¿MOlesto? No sé pq tengo la sensación metaliteraria o metavital de que este diálogo en el parque entre dos personas se ha convertido ahora en un diálogo entre tú y Eurice, ajajaj


bezos.

6:52 p. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Jejej por que, Thiago?

11:24 p. m.  

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