miércoles, febrero 02, 2011

Un muerto más o menos


Mi padre no tardó en morir de cirrosis hepática. Era la muerte más común entre los clientes del bar de la esquina. Se puso amarillo y dejó de hablar. Yo, por si acaso, no le hacía muchas preguntas. Evitaba su trato. Ese tono amarillento que le estaba coloreando me daba miedo. Parecía uno de esos personajes televisivos de la programación infantil vespertina a los que se les atribuye características humanas en cuanto a sentimientos, lenguaje y gestos, pero que, por otro lado, tienen caras y cuerpos diferentes y son rojos, azules, verdes...o amarillos.

Mi padre empezó a tomar muchas pastillas, a dormir más y a fumar menos. Se contaba los cigarrillos y se enorgullecía de haber sido capaz de pasar de veinticinco a catorce. El se numeraba los cigarrillos y yo contaba los días que le quedaban de vida. Una vez ya no estuviera en casa todo cambiaría. Tendríamos unos días de transición en los que nos sentiríamos un poco extraños pero después, inevitablemente, llegaría la democracia. Mientras tanto, él contaba cigarrillos y yo días. En el primer telediario se había fumado cinco, en el segundo diez, en el tercero trece...Y se iba a dormir para no llegar a catorce.
Mi padre huía de la muerte pero la muerte quería a mi padre, lo tenía apuntado en su lista y ya no faltaría poco para que se lo llevara a empujones al infierno (quien dice infierno dice lugar de angustia donde las almas son torturadas por toda la eternidad sin tregua ni descanso que, para el caso es lo mismo)

En el funeral nos encontramos con la familia, esa que te vas encontrando a lo largo de tu vida en bautizos, bodas y entierros y que son el único decorado de mierda que no falta a un evento. Ahí estaba la tía Michalina, que había ido a la peluquería el día anterior porque, si bien asistía al evento para mostrar su dolor, creyó oportuno que el dolor se manifestase a través de sus mechas. También se había presentado la señora Truman que como tenía cáncer de pecho se paseaba entre los presentes con la mirada asustada, asimilando un público que pronto volvería a reunirse con motivo de su muerte.

El resto, los "vivos de toda la vida", eran personas que todavia no tenían más que una subidita de presion, un poco de colesterol o un tumor benigno. Las personas sanas encontraron un motivo digno por el cual reunirse y hacer sociedad porque convenía no estar siempre encerrado en casa.

De vez en cuando se hablaba del difunto y se ponían caras de aflicción, caras que se parecían mucho entre sí, como si los asistentes no tuvieran nada mejor que hacer que copiarse unos a otros. Los que no eran familiares directos hablaban discretamente de otras cosas, de la vida de los demás generalmente, de si seguían viviendo en el mismo sitio o de si este o el otro vecino había ya muerto, de lo alto que estaba Klemens, de qué tal se encontraba la esposa de Hipolit y de si seguía emperrada en adoptar niños de países extranjeros. No faltaban las críticas de alguien ausente, desvinculado de la muerte que les había reunido. Criticar a una persona que no está viene bien para sentirse más a gusto dentro del grupito. La crítica arroba y calienta como una manta durante la siesta.

A mi padre, sólo se le citó como protagonista absoluto en la misa, donde el sacerdote, al no conocer al difunto hablaba de él como si se tratara de uno de los angelicales niños del coro, de pieles tersas, rollizas y desnudas, donde más de una vez en la sacristía, había depositado un beso de cariño universal con una dosis deseo carnal y amor imposible.

El cura, que vestía de negro (a pesar del alba blanca que se visten para la ocasión) porque es el color de la iglesia, enfatizaba las palabras bonitas, las lanzaba desde el púlpito para que flotaran en la atmósfera como lánguidas caricias de Dios. Sin embargo, esos elogios a mi padre nos llegaban con una fuerza arrebatadora con el fin de arañarnos el alma. El orador las acompañaba con gestos afectados que ya había utilizado antes para reprender a algún penitente y que servían a muchos propósitos. Me pregunté por qué había tan pocos gestos en el repertorio humano y sentí cierta náusea hacia la liturgia.

Cuando todo terminó y llegamos a casa, el perro nos saludó agitando la cola frenéticamente. Se encontraba feliz, como todos nosotros. Era consciente de que esa transición nos traería la democracia, la alegría y la libertad. Los animales se dan el gusto de expresar abiertamente lo que sienten y tal vez los queremos porque demuestran lo que nosotros, por pose o incapacidad, somos incapaces de demostrar.

41 Comentarios:

Blogger Pimpf dijo...

A mi, de no ser porque los entierros traen consigo una pérdida (que yo no soy quien a valorar), me tienen cierto encanto, hasta nuestros gestos en esos momentos, yo que me quedo con todos los detalles. Ahm, que los curas, ese día, los católicos al menos llevan un alba blanca encima de la sotana y una estola morada, un apunte de capillita.

Bicos Ricos

1:02 p. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Gracias por la aclaración, Pimpf :)
besos

1:11 p. m.  
Blogger labertolutxi dijo...

Muchas veces en los funerales, el muerto acaba siendo el que menos importa.

2:40 p. m.  
Blogger balamgo dijo...

La descripción de todos los pormenores de la historia, me han gustado mucho. El viso psicológico me ha impresionando. Muchas veces,tal vez en la mayoría de los casos, el paso de un régimen absoluto a la democracia, tiene secuelas. En este caso era fundamental la muerte del cabeza de familia, para conseguir la libertad ansiada y su fallecimiento no causa ninguna consternación, todo lo contrario; alegría...De cuidado debía de ser el pájaro...

3:30 p. m.  
Blogger Winnie dijo...

Uy ¡qué duro! Pero a la vez ¡qué bueno! Esa familia..hasta el perro ...respirarían....pero yo no entiendo las convivencias así....la frialdad que sigue a este fallecimiento es tremenda. Me hagustado mucho la forma de contarlo....Besos (

4:11 p. m.  
Blogger Igor dijo...

Menudo hachazo, aunque infiltrado con humor negro. Lo peor de todo, es que esto que tan bien cuentas, en muchos casos, es la verdad. Es lo peor.
El relato me ha divertido. Y tienes la valentía de decirlo así, como si tal cosa. Cigarrillos y días. Suerte que casi no bebo.
PD: me ha recordado un relato largo de Tolstoi, "La Muerte de Ivan Ilich".

4:21 p. m.  
Blogger JFL dijo...

No sé si la historia será real o imaginaria. Me suelen interesar los relatos algo negros, oscuros. Los entierros son, o han sido reuniones sociales y familiares muy importantes, donde lo que menos importa muchas veces es el propio difunto. Un abrazo

4:35 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Es duro escribir esto de un padre, aunqeu imagino que en muchos casos será así, y muchas veces la liberación que se siente hace que se respire mucho mejor, aun así, me resulta dificil verme en esa situación porque tienen que ser muchso los sentimientos contradictorios que se sienten, no?

Un beso cielo

4:47 p. m.  
Blogger Bee Borjas dijo...

Detesto los funerales y jamás asistí a ninguno por "compromiso" (menudos problemas me ha acarriado esa convicción) El relato es impecable. El "circo" armado alrededor del muerto es "dantesco". Muchísima gente respira y revive ante la desaparición de personas nefastas. Muy bueno Romek! Abrazo amigo!

4:50 p. m.  
Blogger Javir dijo...

Cuando un vivo tiene a bien morir para hacernos felices, ¿para qué ir al entierro? Morbo, supongo. O mejor: para asegurarnos de que no se arrepiente.
Un abrazo

5:12 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

¡Buenísimo! Jejeje, las mechas de la tía Michalina me han recordado algún que otro funeral al que he asistido. Todo muy real y desdramatizado, ¡me ha encantado!
Un abrazo.

5:24 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

¡¡¡Psst, acabo de darme cuenta que tengo que matizar, que quién se hace mechas para acudir a los funerales NO soy yo! :D

5:27 p. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Claudia: Los muertos que no importan son los vivos que importaron aún menos.
Gracias, Balamgo. Un pájaro de cuidado, sí :) Besos
Muchas gracias, Winnie. Hay personas que siembran odio y recogen tempestades o indiferencia.
JFL: Mis historias tienen varios componentes tomados de la realidad. A veces de la mía, otras de la mía junto con tintes ajenos. Un abrazo :)
Isra: Imagínate cómo habrá sido el padre. Yo no sé bien de eso, a mi padre le dejé yo de muy jovencito. Un besazo
Muchas gracias, Bee :) me alegro de que te haya gustado. Un abrazo fuerte :)

5:54 p. m.  
Blogger Uno dijo...

Me has hecho recordar aquel: "contra Franco todos viviamos mejor". Todo es mas fácil cuando hay alguien a quien culpar. A veces las transiciones no son fáciles. Tunez y Egipto nos darán algunos ejemplos.
En otro plano, creo que es muy humano desear la muerte de alguien que agoniza ya sea por egoismo o por amor. Quizá porque se lo merece. Pero no estamos educados para aceptarlo con naturalidad.
Y no se cuantas otras cosas me han venido a la cabeza leyéndo este estupendo relato.
Un abrazo

5:58 p. m.  
Blogger Christian Ingebrethsen dijo...

Si lo pensamos fríamente los entierros muchas veces se convierten en mascaradas donde se ocultan la desidia y la indiferencia existente muchas veces con un manto de aflicción y lágrimas de glicina. Lágrimas con mechas recién dadas y pañuelos de seda, claro.

Besos.

6:08 p. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Hola, Uno. Es una cuestión de perspectiva. Habría mucho que hablar al respecto. Agradezco tu opinión, muchas gracias :) un abrazo
Christian: los entierros, las bodas y los bautizos. Sería bonito que sólo los que realmente tienen algún sentimiento hacia el difunto/novio/novia/niño asistieran. Los compromisos no traen nada bueno. Besos :)

6:16 p. m.  
Blogger Diego A. Tejada Gamboa dijo...

Una radiografía a un velorio, me gustó, muy bien detallado, sobre todo la parte de los familiares, me ha pasado en algunas ocasiones como esa. besos mi romek

6:51 p. m.  
Blogger still moving dijo...

Mi relación con los animales de compañía es escasa. Me dan pánico los perros (incluso los pequeños), los gatos me parecen unos insolentes, y los pajarillos que son los únicos que salvaría de la quema, no merecen vivir entre barrotes. Tuve uno con el que conviví hasta que me fui a estudiar y el animalillo vivía fuera de su jaula (mi madre me lo sigue recriminando).
Por todo ello mi percepción sobre el perro, es que si mueve el rabo es porque un día le llenaste la tripa. En realidad no es muy diferente del gato, quizá éste último es más sincero, por aquello de que no finge cariño.
Saludos y perdón por la parrafada

7:26 p. m.  
Blogger Antony Sampayo dijo...

Has definido un funeral prototipo. Es el único sitio donde la familia entera se reúne, y se habla de todo menos del muerto, y se escuchan risas por todo lado. Un relato muy veraz.

Abrazos.

7:37 p. m.  
Blogger Thiago dijo...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

9:16 p. m.  
Blogger Thiago dijo...

En el fondo, mas que el entierro, que al fin y al cabo el momento de cerrar el nicho es realmente patético, lo que no dejan de tener su gracia son los velatorios, y tú los has retratado. Pasado el primer momento de pésame, como tú dices, al poco tiempo se vuelve a hablar de todas las conversaciones posibles e, incluso, a hacer chistes y chascarrillos. Hasta la viuda más compungida -y dicen que no hay viuda fea- acaba riéndose cuando un compañero de estudios del finado relata como se metían con el padre Eduardo y le ponían el líquido frío-calor en el asiento...

en el fondo, todos van más que a acompañar a los "deudos" (¿qué coño significarán deudo?), a lo que van es a sentir ese ligero alivio de que el muerto haya sido otro. Al fin y al cabo -por mucho que el cura diga que dios solo se lleva a los mejores- morirse es un poco vergonzoso y, además, siempre parece que la culpa es del muerto por morirse, un poco por no haber empezado antes la cuenta de los cigarrillos.

Así, el perro se convierte en el mejor amigo del hombre, siempre que el hombre esté vivo y le dé de comer, claro, jajaaj. Ahora dicen que los perros "huelen" los cánceres de colón. Así que si tu perro olisquea tu culo, sal corriendo al proctólogo, jaajaja

Bezos.

9:17 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Sublime. Volveré a por más.

9:27 p. m.  
Blogger MORGANA dijo...

En los funerales,se ponen verdes unos a otros y se dan puñaladas traperas....a mí que me incineren y punto.
Besos.

9:57 p. m.  
Blogger Rosa dijo...

Me encantan, me encantan estos textos tuyos libres de moralinas e hipocresías. Anda que no habrá personas para las que la muerte suponga una verdadera liberación y no son capaces, no ya de expresarlo a los demás, sino de expresárselo a si mismos.

Magnífico Romek!!!

Besos

10:25 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Estas "fiestas" de los funerales... y encima a estas vienen hasta con los que te llevas mal para dar ejemplo...
Vamos una mierda...
Tu relato lo describe maravillosamente :D
Besos abisales

10:40 p. m.  
Blogger Ojosnegros dijo...

Es un texto muy duro de una vida muy dura.
Directo al corazón.
Besos.

11:07 p. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Tienes razón, Javir, lo hacen por fidelidad al protocolo. Un abrazo.
Gracias, emytecuento. jejej ha estado bien tu matización :) Un abrazo
Gracias, mi hermoso Diego. Un besote
stillmoving: pero si los perros son todo bondad, cómo te pueden dar miedo? El perro nunca finge, ama desinteresadamente. El gato es diferente. El perro mueve la cola cuando está contento y el gato la mueve cuando tiene conflictos internos (por ejemplo, quiere salir fuera y está lloviendo) No te preocupes por las parrafadas, me gustan y las valoro :) Un abrazo
Gracias, Antony :)

12:03 a. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Thiago, ni idea de lo que son esos deudos. Suena a gente de negro en procesión saturnina jejej. Gracias por tu comentario. Un besazo :)

12:13 a. m.  
Anonymous Tonet dijo...

Es verdad, los escritores veis más allá de la superficie...y tu un poco más lejos todavía.
Con un tema tan manido como los propios sentimientos ante la muerte, tu has pintado un desnudo integral a lo Klint, brillante y dorado...
Te daría un abrazo por lo que me has emocionado :)
Gracias.
Besito solete

12:17 a. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Hola, Jordim, bienvenido. Muchas gracias, encantado de tenerte por aquí. Un abrazo :)
Pero, Morgana, un incineramiento está exento de ritual? Igualmente irán los familiares más remotos, no? Besos.
Gracias, Rosa :) No podemos usar la moralina porque nosotros somos, ante todo, bolañistas y decimos lo que nos sale de los pétalos jejej. Besos
Gracias, Abismo, yo soy poco de ir a entierros. Fui a este de mi padrastro y al salir tuve un accidente de moto. Supongo que fue un castigo por sentir como sentía. Un abrazo
Gracias, ojosnegros, un beso :)

12:17 a. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Entonces me lo debes, Tonet, para cuando vengas por aquí :) Muchas gracias a ti, hermosa

12:21 a. m.  
Blogger Larisa dijo...

Hipocresía social de cara a la galería. Como dijo aquel, la misma miedda.

... Alto, ¿se puede decir 'miedda' a estas horas? Oh, miedda.

Eres bien-venido en mi diario virtual. Ponte cómodo, estás en mi casa.

Abrazos con tele y estufa. Un saludo al perro, el más listo de todos.

2:21 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

No quiero que lo tomes a mal , pero es que lo he leído todo , y me sonó muy frío , como si no te quedaran sentimienos hacia el , cuando dices que te alejabas, que vendrá la democracia ...
Tal vez me sonó así , para mi la muerte de mi padre , fue muy dura , me hace sentir que esta bieny ya me acostumbro a estar sin el , pero lo extraño igual y pienso mucho en el :)
Un beso

5:51 a. m.  
Blogger Merche Pallarés dijo...

Excelente relato como siempre, querido Romek y me he reido con tus golpes de humor negro. Odio los funerales y, sí, entiendo que a veces la muerte de un ser querido puede ser un gran alivio, desgraciadamente. Algo no hicieron bien. Besotes, M.

7:44 a. m.  
Anonymous anapedraza dijo...

Acabo de ver un retrato hiperealista, mejor incluso, porque parece, leyéndote, que lo hubiera vivido.

¡Excelente!

Miguel

8:15 a. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Gitana: Mis relatos no son necesariamente biográficos. De todos modos, alégrate de haber tenido un padre digno de recordar.
Gracias, Merche, yo también odio los funerales pero no está mal que algunas personas se vayan para siempre. Besos :)
Gracias, Miguel :) un abrazo

11:17 a. m.  
Blogger Adrianos dijo...

buenisimo tu texto... no sabría muy bien como enfocar un comentario que tengo relativamente reciente un entiero muy parecido a lo que cuentas... así que me lo quedo como está y me lo llevo pa casa :-)
Besos

12:50 p. m.  
Blogger theodore dijo...

La pobre democracia siempre tiene que cargar con unos cuantos muertos. Aunque a algunos tampoco se les echa mucho de menos, jaja.

Besos, maestro.

5:17 p. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Adrianos, Theo, gracias :)

6:04 p. m.  
Blogger matrioska_verde dijo...

Me ha encantado este real, tan diferente a otros tuyos por el realismo con el que lo has tratado en todo momento… Porque si bien pudiera parecer que exageras algunos aspectos, a mí me parece que son más reales de lo que a muchos nos gustaría. Todas las parafernalias de la vida y de la muerte: bodas, bautizos, discursos, entierros, funerales, despedidas de soltero, cena de jubilación… Todas son, en gran medida, hipocresía. Maldita hipocresía.
Podemos refrenar nuestras palabras pero si tuviéramos cola, como los animales, no podríamos evitar moverla.
Biquiños,

7:39 p. m.  
Blogger Romek Dubczek dijo...

Gracias, Aldabra. Si, todos estos protocolos son un engorro. Hace años que corte con ellos. Yo solo quiero cosas que se hagan de corazon, no para cumplir. Un besazo.

9:03 p. m.  

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