miércoles, mayo 11, 2011

LOLA


... Al principio, cuando conocí a Roger no me dijo que era maricón. Bueno, dijo que lo había dejado, como si esas cosas pudiesen dejarse así como así. Me invitó a Nueva York aquella noche. Los dos estábamos muy borrachos, le llevé a mi casa y le pegué una mamada divina. Cuando llego a Nueva York me encontré con que compartía piso con alguien. Wojtek me pareció una señora con bigote.

Me había llevado mi dinero (unos setecientos dólares para una semana) y Roger me hizo pasar ridículo ante sus amigos cuando dijo que había ido a la ciudad a pedir limosna. Yo lloro por esas cosas.

Pero qué sabía yo de este secuestro. El me dijo que sería sólo una semana y ya llevo un año aquí. Para colmo tengo que dormir en el sofá porque sólo hay una cama grande donde duerme Roger con Wojtek. ¿Qué tal si un día viene inmigración y me ve durmiendo en el sofá? Quieras que no a mí me da mucho miedo todo eso. ¿Y qué les digo cuando vean a Wojtek durmiendo con mi marido? Es absurdo. Menuda es inmigración para esas cosas.

Después, de tanto estar sola, acabé yéndome con Wojtek a los bares de Jackson Heights. Se emborracha tanto que tengo que ingeniármelas para regresar porque él no es capaz de decir una palabra. Y cuando está muy borracho me pregunta qué tengo que ver con Roger. Creo que sigue enamorado de él y por eso bebe. No me extraña. En esta casa hay una mala energía que me tengo que pasar el día entero encendiendo velas, ya sabes, para crear algo espiritual. Hay noches que incluso veo sombras negras y miedo me da llegar hasta el lavabo. Si mi papi supiese lo que estoy haciendo me dejaba. Ya me lo dijo: "Si tardas mucho no aguantaré" Pero él tampoco puede ofrecérmelo todo. Está casado con una chilena que se niega a divorciarse de él.

A mí los viejos me encantan. Hace poco conocí a uno en New Jersey. Me invitaba a todos los sitios. Tenía el pelo canoso, de esos interesantes y le dije: ¿Por qué no vamos a tu casa a pasárnoslo bien? Roger no soporta que haga esas cosas porque no quiere verme feliz. Lo que te digo, energía negativa. Seguí saliendo con el viejo de New Jersey hasta que me lo quitó una negra. Ya no lo volví a ver.

Y es que Roger me controla la mente. Yo no quería venir a Nueva York. ¿Qué hay en Nueva York? Si es la ciudad más cutre que he conocido. Y Manhattan no son más que cuatro edificios muy altos, pero el resto es todo decadente. La gente tiene a esta ciudad idealizada porque las películas se la presentan tan bien. Y noto que me controla la mente, no soy la misma cuando estoy aquí ni la gente que me rodea es la misma cuando interviene Roger. Mira, no soy racista en absoluto, pero los negros no han sido nunca mi perdición. Pues bien, cuando voy con él por la calle me paso el día mirando a los negros con una lujuria que sé que no es mía. Y le digo a Roger: "I laik mens black" Es una especie de obsesión. No es que los mire por extrañeza, sino porque siento qu eme atraen, que me atraen sexualmente. Eso me asusta porque sé que es él que me controla la mente. Y es que los americanos de Nueva York son otra historia. A mí lo que me gustan son los cowboy. Me iría a Texas, por ejemplo y me ligaría a alguien como el del anuncio de Marlboro. Como el primero, no como el segundo que se hizo la cirujía estética.

Lo peor de todo es que Roger me hace decirle que le quiero cuando este matrimonio es una farsa. Yo no le quiero...¡si cuando intenta besarme aparto la cara! Me casé con él porque él me invitaba a venir y yo necesito aprender inglés. En España aprender inglés está muy caro pero a este paso, cuando llegue a España y me pregunten dónde lo he aprendido tendré que decir que en la calle. Ahora voy a empezar un curso de inglés en la universidad. Es una universidad preciosa en Manhattan. Eso es otra historia. En lugar de una universidad parece una discoteca, todo está lleno de gente joven arriba y abajo. A esa era a la que yo quería ir no a aquella cosa de Queens College. Esa es para Wojtek.

Con el viejo que conocí en New Jersey fuimos un día a tomar el sol a un parque. Me quité la ropa y me quedé en bragas y sujetador porque como era ropa interior de Christian Dior que me había comprado él ni se notaba que eran bragas.

Lo que debería hacer es buscarme la vida por ahí y encontrar otro viejo americano de verdad o casarme con otro en cuanto me den los papeles y hacer negocio con eso. Y si Roger me molesta mucho cojo mi maleta y me voy a Londres a hacer de au-pair que van muy buscadas. El no sabe que antes va mi papi que él. Suerte que mi papi no sabe que me voy a quedar tanto tiempo, si lo supiera me dejaría. Lo de buscarme un papi aquí es otra historia, ¿entiendes? Mi papi está allí y yo aquí. El es para cuando vaya allí.

Me encanta ir a España de vacaciones porque te encuentras a los amigos y te invitan a todo. No es como cuando vives allí que no te hacen ni caso. Roger se aprovecha de eso. Dice que es de Nueva York y, claro, tarde o temprano encuentra algún desgraciaillo que se le cae la baba al oír eso y se lo liga. Yo no necesito recurrir a eso, primero porque tengo a mi papi con el que voy a todas partes, y luego porque con mi manera de ser conquisto a quien quiero. Con mi papi hemos ido hasta a discotecas gay. El no tiene problema para eso. Al principio salíamos los tres (mi papi, yo y Roger) y bailábamos como locos. Un día, borracha, bailé encima de una silla. Casi me caigo y mi papi pensaba "ay que esta se mata". No me caí y la gente aplaudió y todo. Para que veas que somos gente que no tenemos problemas para eso. Pero de ahí a decirle a un gay que le amo es muy fuerte. Yo me casé por lo del inglés y él por el rollo de sus impuestos. ¿A qué viene ahora a pedirme que le quiera? A veces se me tira encima y me llena la cara de besos. Es más, ni siquiera es mi tipo de hombre. A mí me gusta más el tipo macho. Pronto iré a Texas y me ligaré a uno de esos cowboys.

La verdad es que no sé por qué he venido aquí. Ya te digo que me controla la mente. A veces, de noche, sola en la oscuridad, lo noto, no soy yo. Y hablo con mi papi y le pregunto: ¿Qué me pasa? ¿Quién es esta persona dentro que piensa por mí? Estoy asustada. Debería irme cuanto antes. Roger dice que es porque he pasado una infancia muy dura y eso no es cierto. Quiero decir que yo también he pasado por ese tipo de infancias. Eramos un montón de hermanos y mi padre era alcohólico. Pues nos echó a todos de casa y viví en la calle con mi madre y mis hermanos. Sin embargo, no soy como Roger. No me quiero vengar del mundo. Intento hacerr las cosas lo mejor posible y ya está.

Antes de traerme a este barrio horrible de Brooklyn Roger me dijo que alquilaría otro y tendría una habitación para mí. Todavía estoy esperando. Me da igual, quiero el divorcio ahora. Ya le he dicho que llame al abogado. No quiero ser americana, aquí todos están chiflados. ¿Pero no has visto cómo hablan? Si apenas se les entiende el "please" Y a cada rato sueltan el "excuse me". Primero excuse me y luego te empujan. No, así no va la cosa.

Mi papi ya me ha dicho que si no vuelvo rápido no piensa esperarme. No sabe que voy a quedarme aquí mucho tiempo. Le dije que eran solo dos semanas. Ay, el día a día en esta ciudad puede ser horroroso.

Wojtek me ha dicho que vaya con él al bar pero...¿qué hago yo en un bar de maricas? Te voy a contar una cosa. Será casualidad pero fìjate que el carnicero de Toledo ha perdido su trabajo justo después de que Roger le visitara. ¿No es eso sospechoso? Su compañía no es buena, te lo digo yo. Me iría ahora mismo pero todavía no sé cuándo es el día. Me refiero al papel verde que te ponen en el pasaporte y eso. Y tampoco puedo trabajar porque lo de los papeles no avanza. Ayer discutimos con Roger. Me dijo que dejaría de pagarme las clases de inglés y yo le pedí el divorcio. No quiero quedarme más tiempo aquí. Esto no es como en las películas. Hay mierda por todas partes. Y todo es dinero, dinero, dinero. Ir a Manhattan es carísimo. Y si encima te tomas una cerveza ni te digo, que si propina aquí y propina allá. Prefiero España. Allí por lo menos me entiendo con la gente y son más o menos iguales. No tenemos estas negras gritonas. Por cierto, no sabía que las negras eran tan espabiladas. Lo poco que tardó esa en quitarme a mi viejo de New Jersey.

Me encantaría irme a Texas, pero, la verdad, ahora no tengo ya ganas ni de eso. Miedo me da este país. Me imagino que allí serán todos como el del anuncio de Marlboro, fuertes y paquetones. Yo tenía un amigo en Madrid que era así. Era gay y tenía su pareja de diez años. También andaba con viejos. Roger jamás ha conocido a un macho como he conocido yo, eso lo puedo decir. A él le fastidia eso porque dice que discrimino a los homosexuales. Te voy a decir otra cosa: ¿tú sabes esa historia de que ha cortado con un tal Bill porque encontró una caja de condones en su cuarto? Pues es mentira, es mentira suya. El pobre Bill, si es más callado que una verja. Además, ¿no ves dónde vive? Si allí no pasa un alma en todo el día. Paso de volver a esa casa, es demasiado fría. Da al mar, eso sí, pero no soporto la humedad esa. Además tiene una hermana lesbiana muy machorra que es muy bruta. No la entiendo bien porque aún no me defiendo con el inglés pero me suena feo lo que dice. Feo y brusco. El día que estuve en su casa la vi hasta escupir en el jardín. No, yo no quiero eso.

Hoy me ha dicho que me seguirá pagando las clases pero yo no quiero que lo haga porque si no me amenaza con dejar de pagar las clases yo no puedo amenazarle con el divorcio y me quiero ir. No sé qué está haciendo con mi mente que no me voy. Tengo miedo. Le tengo miedo a él y al espíritu de su abuela.

La música que escucha es diabólica. En casa de Bill ví exactamente los mismos discos. Mira, por lo menos se entienden en algo. Una vez compró un disco tan diabólico que tuvo que tirarlo por la ventana. Decía que le estaba influenciando. Desde luego que una no pararía de encender velas en esta casa. Quiero irme con mi papi antes de que sea demasiado tarde.

Fíjate que me leyeron una vez la mano y vieron a Roger. Pues a él también se la leyeron y me vieron a mí. Quiero cambiar mi destino. Si me voy ahora quizá lo cambie pero resulta que no hay plazas de avión. Ya le he dicho que no me importa irme por Londres.

lunes, mayo 09, 2011

Los mundos de Roger


Cuando me di cuenta que de Roger no te puedes librar me resigné y, ya puestos, traté de entender su clínica. Los dos teníamos en común que las conversaciones largas nos cansaban y nos permitíamos cambiar de tema en cuanto uno quisiera. Su tema preferido era hablar sobre aquellos que no "hacían nada con su vida". Roger empezó a estudiar hacía ya diez años y se iba sacando asignaturas sin llegar a terminar la carrera (de psicología, claro) porque una vez la terminara tendría que empezar a pagar el préstamo de estudios. Mientras siguiera estudiando no empezaría, por lo tanto, en cuanto terminara psicología estudiaría cualquier otra cosa. Así hasta morir, supongo. Y como él estudiaba y trabajaba de auxiliar de vuelo, tenía en baja consideración a aquellos que sólo trabajaban y no se formaban en alguna cosa. Para él la formación lo era todo y si no te formabas no estabas haciendo "nada en la vida".

Roger quería ayudar a las personas a que hicieran "algo con su vida", siempre y cuando la ayuda que les ofrecía no les resultara lo suficientemente buena como para sobrepasar la suya. Si alguno de los "ayudados" se atrevía a ser más feliz que él o a hacer de su vida "algo mejor" Roger se encargaba de hundirle de nuevo y devolverle a un lugar todavía peor del que fue rescatado.

De este modo tanto salía a la conversación una tal Lola o un tal Vincent como de repente tenía hambre y pasábamos por un McDonalds o se ponía a cantar la canción de una película de Almodóvar. Roger reía mucho pero era una risa misteriosa, de esas que salen ladeando la cabeza y mirando de lado con un ojo pequeño, como si no pudiera sacar a la luz su pensamiento sin antes afilarlo con sus párpados. El no se reía de lo que escuchaba, sino de lo que pensaba acerca de lo que oía. Su protagonista preferido era Wojtek, el polaco que vivía con él.

Wojtek fue su pareja durante quince años, no tenía papeles y trabajaba en el centro polaco de Greenpoint. Seguramente fue Wojtek la víctima más resignada en la historia de Roger. El, como no pudo escapar del país ni alejarse de él por miedo a que le denunciara a inmigración, optó por aguantar. Fue así como se entregó a la bebida. Era la única manera de soportar la presencia de Roger. Wojtek sabía que "tenía que ser alguien" pero no más que Roger. Fue una lección que aprendió hace ya muchos años. Entregándose al alcohol mantenía a Roger con ganas de ayudarle siempre, a pesar de que conmigo se quejaba de que no podía vivir con un alcohólico.

Ibamos a menudo a su casa en Greenpoint, casi siempre de noche, cuando Wojtek ya estaba en casa. Normalmente o se encontraba cantando o viendo una película polaca. En cualquiera de los casos a Roger le hacía reír porque consideraba que ver películas polacas era una pérdida de tiempo y cantar de ese modo una consecuencia de haberse emborrachado de nuevo.

En la casa sólo tenían dos habitaciones. Una la tenían para los trastos y otra era el dormitorio. A pesar de no ser pareja seguían compartiendo la misma cama. Wojdek se había acostumbrado tanto a Roger que le daba consejos de padre y Roger no le hacía caso. Los dos eran conscientes del fracaso de sus papeles. Uno sabía que no podía ser padre y el otro sabía que como hijo desobedecería. En el fondo no podían vivir el uno sin el otro, cosa que a veces torturaba a Roger y le hacía decirme: "Es que no sé qué hacer con Wojtek"

Conmigo también la tomaba. Me decía que estar encerrado escribiendo no era ni bueno ni productivo.

- Si quieres te acompaño un día al Queens College y te apuntas a algo. No puedes seguir viviendo de este modo.

Pero yo no me dejé "ayudar". Yo también me reía de lo que pensaba cuando me decía estas cosas. Me acordaba de Wojtek, de Bill, de tantos otros pero, sobre todo, me acordaba de Lola.

Roger trabajaba de auxiliar de vuelo para una aerolínea americana. A veces era él el que anunciaba los vuelos y en el coche me imitaba los anuncios en varios idiomas. Hablaba perfectamente varios y, después de imitar cada uno de los idiomas haciendo ver que lo hacía por megafonía, se reía de esa manera. Encontraba todos los idiomas interesantes pero absurdos. Un día, después de una noche de bares, fuimos a desembocar a uno de esos restaurantes de desayunos. Al salir pasamos por la caja a pagar. Resultó que la cajera era polaca.

- Ah, eres polaca.

- Sí -decía la cajera escondiendo un poco su mirada por timidez- ¿Tu eres polaco?

- No, yo no pero mi antiguo novio sí jeje

- Ah -a la cajera eso de que un hombre tuviera un novio no le gustó mucho pero su trabajo de cajera no le permitía abandonar la escena ni esconderse-

- ¿Y tú tienes novio?

- Oh, sí, desde hace muchos años.

- ¿Es polaco también?

- Sí, también...Hablas muy bien mi idioma, te felicito.

- Gracias jeje pero, oye, ¿tu marido es alto?

- Es alto, sí, ¿por qué?

- ¿Alto y fuerte?

- Sí, ¿lo conoces?

- jeje ¿Tiene el pecho peludo?

- Muy peludo.

- A mí me encantan los pechos peludos. ¿Te pone caliente su pecho?

A la cajera le subieron todos los coloeres y entonces yo tenía que llevármelo a rastras. Siempre que hablaba con un extraño, como lo hacía en otros idiomas, yo no entendía nada pero empezaba a sospechar que no era nada bueno al ver la reacción del desconocido a sus preguntas. Entonces me lo llevaba.

En su trabajo nadie hablaba con él pero no le importaba porque su trabajo le permitía viajar por todo el mundo practicamente gratis. Bastaba que hubiera una plaza libre y él tuviera un par de días para que se subiera. En uno de esos viajes conoció a Lola.

Lola era una chica extremeña sin ninguna cultura. La presa perfecta, alguien que jamás hizo "nada con su vida", una empleada de guardarropía en una discoteca de hombres a la que Roger llegó para salvarla.

Para salvarla le propuso un cambio radical, aprender inglés, irse a vivir a Estados Unidos.

- Yo es que soy muy rara para los negros, Roger, mejor me quedo aquí. Además, ¿qué hago con mi viejito?

Su viejito era un hombre mayor con el que salía a cambio de comprarle todos los caprichos que ella quisiera. Ella no le amaba pero le tenía cierto cariño.

- Tu viejito te está atrasando mucho. Yo te quiero y estoy dispuesto a casarme contigo.

- ¿Conmigo, ay Roye? ¿Pero tú no eres homosessuá?

Así fue como se produjo el cortocircuito entre Lola y Roger. Esta historia está basada en el monólogo que desarrolló por teléfono Lola una noche que me llamó desesperada. Después del monólgo hay un final impuesto que culmina con la historia de Vincent. Digo impuesto porque la narrativa basada en la realidad no tiene final. La vida no transcurre en círculos como la ficción. Escribir sobre la vida real es tomar conciencia de que se viaja en línea recta. El final no es otro que el dejar de contar. Hay mil historias que surgen de este Roger. A mí me tocó vivir estas y a otros les tocará presenciar otras. Somos un árbol y yo sólo me posé sobre una de las ramas de Roger. Mi historia con él se cierra el día que eché a volar y me posé en otras ramas, lejos de él.

PD: Gracias por todos vuestros comentarios. Eurice (Oliwia polonizada) hizo un comentario muy interesante sobre el narrador protagonista que hasta hoy ocupa mi pensamiento. El blog es un fascinante mundo de intercambio de ideas y pensamientos.

jueves, mayo 05, 2011

CANASTILLO ABAJO


Roger es gitano. O mitad gitano, mitad otra cosa. Eso a veces le produce tristeza y a veces se enorgullece. Sea como fuere, siempre te mira con ojos lánguidos, como si estuviera a punto de llorar, a punto de dormirse o, lo que es peor, a punto de enamorarse.

En aquella época, cuando le conocí, tenía un Toyota rojo. Se lo compró de segunda mano. Roger era demasiado alto para el Toyota. Cuando se sentaba sus piernas se doblaban demasiado debajo del volante y para no entorpecer los giros ponía las rodillas a los lados. Con ese coche y en esa postura me dijo que me quería. Pero antes de quererme me llevó al House of Pancakes, en Northern Boulevard. Debían de ser las dos de la mañana y él se pidió un menú completo con muchas patatas. No estaba muy contento porque durante el viaje me había puesto la mano en la pierna y yo se la había quitado. ¿No te gusta mi mano en tu pierna?, me preguntó. No, tu mano está bien donde estaba.

Antes de que llegara la camarera con la orden me dijo que me quería pero como yo le rechacé se puso muy triste, posó sus ojos lánguidos de gitano sin guitarra sobre los huevos fritos y se le fue el hambre. Yo me sentía muy relajado, creo que incluso estaba sonriendo, pero no por haberle rechazado, sino porque todo parecía una broma. Le conocí esa misma noche hablando por internet. Me dijo que era puertorriqueño. Después me llamó por teléfono y fingió el acento. Vino a buscarme para tomar una cerveza en la Avenida Roosevelt. Media hora después tenía mucha hambre y me propuso ir al House of Pancakes. Es decir, no habría pasado ni una hora. En el transcurso de esa hora ya me quería. Por eso yo sonreía y él hipnotizaba las yemas de los huevos.

Al salir nos metimos en el coche y me acompañó a casa pero antes de llegar, en la ochenta con la treinta y cuatro nos detuvimos, apagó el motor, se giró hacia mí y de nuevo esa mirada. ¿A qué me recordaba esa mirada y ese silencio? Tenía la imagen pero no exactamente el título de la película. Estaba casi seguro de que se trataba de La condesa descalza.

Dejó pasar unos segundos. Esos ojos, su pelo negro y toda su piel tostada estaban a punto de decirme algo y a punto de llorar. Antes de que una persona estalle en un llanto se percibe un ligero sonido que sólo percibimos las plantas y yo. Dijo que por qué le rechazaba, que nadie le quería, que, encima, en la universidad había suspendido todos los exámenes, que su padre fue un alcohólico, le daba palizas y le gritaba, que se acostó un día con una gitana, la gitana se quedó embarazada y cuando nació le dejó al pequeño Roger envuelto en una sábana a los pies de la puerta, para que se lo quedara. El pequeño Roger en un canastillo es una figura literaria muy común. Tenemos esa escena en la vida de Moisés, por ejemplo, surcando el río en un canastillo hasta llegar a las manos anónimas que lo cuidarían. También tenemos el canastillo con niño en la historia de Edipo. Y ahora Roger en un canastillo a los pies de una puerta porque si la gitana lo hubiera dejado flotar en el río Hudson, ahora Roger quién sabe dónde estaría. Llorando en alta mar, sin esas manos negras agarrándose al volante, sin esos ojos sobre los míos contándome su historia de abandonos, golpes, desamores y suspensos. Le di mi teléfono y salí.

- ¿No me vas a dar un beso?

- No.

- ¿...de despedida?

- No. Llámame cuando quieras pero sin besos.

- ¿Te doy asco, no?

- No.

- ¿Entonces por qué no me besas? ¿ni siquiera en la mejilla? ¿Por qué todo el mundo me rechaza?

Me fui sin darle el beso y él se fue haciendo derrapar las ruedas de su Toyota y, sí, Toyota arriba parecía un canastillo en el que la calle ochenta era el Nilo desembocando en la Roosevelt. ¿Hacia qué brazos se dirigía Roger? Tenía la certeza de que nunca me llamaría.

Pero me llamó al día siguiente y nos fuimos viendo con regularidad. Dijo que el amor hacia mí se le había pasado pero que le costaba mirarme el pecho. Cuando Roger veía un pecho con vello se ponía fuera de sí, el pulso le temblaba, la conversación dejaba de interesarle y todo lo que veía era pecho y pelos, pecho y pelos, como si la canción de su vida se remitiera a ser sólo un estribillo. Los ojos parecían salirse de sus órbitas y ya tenía a punto las argucias que empleaba para seducir: la lástima. Así conquistó a Bill, un americano que vivía en Staten Island.

Una curiosidad de la patología de Roger era que cuando había conquistado, tanto a través de la lástima o de lo que fuera, perdía casi por completo el interés. Una vez el otro se había enamorado o encaprichado Roger se sentía acosado y todo lo que quería era desembarazarse de su presa. La táctica entonces era la de generar discusiones por todo hasta que el otro se cansaba, se le agotaba el amor y quería dejarle. Y ahí es donde Roger no te deja escapar.

Así hizo con Bill. Cuando Bill se enamoró entonces era demasiado Bill, le resultaba pegajoso y descubría mil y un defectos en su personalidad. Me llamaba para desahogarse. "No sé qué hacer con Bill, ya no puedo más, es demasiado celoso, no me deja tranquilo ni un momento y yo quiero mi espacio" Con el pasar de los días, Bill se cansó de esa actitud y se desenamoró. Entonces Roger me dijo que estaba empezando a sentir algo muy fuerte hacia Bill. Pero Bill ya no le quería. Es inútil, uno no se libra de Roger así como así.

Bill le rogó que le dejara, que se olvidara de él pero Roger se presentaba en su casa de Staten Island a altas horas de madrugada y si Bill no le había la puerta, Roger se quedaba en el parquecito enfrente de su ventana desde la cual Bill podía ver a Roger sentado en un tobogán, llorando.

Todos los ruegos fueron inútiles. Roger le llamaba al trabajo, a casa, llamó a la madre, le esperaba a la salida de su oficina...Como ya otras dos personas anteriormente, Bill tuvo que mudarse de estado. Empaquetó sus cosas y se fue a vivir a Buffalo. Aún así, Roger quiso encontrarle. Venía a mi casa por la noche, cabizbajo, cruzaba el pasillo, se sentaba en el sofá y me decía: No sé lo que hacer con Bill.

La realidad era que nadie sabía lo que hacer con Roger, ni siquiera yo. Pero lo importante de esta historia no es tanto eso como el personaje de Lola, que entró en su vida, como todos, para sufrir.

Roger recogió a Lola de algún lugar de España, la colocó en una pecera sin agua y mientras Lola se retorcía él le hacía cosquillitas. Los personajes de canastillo buscan otros con o sin canastillo, en cualquier caso, son atraídos hacia individuos abandonados. Pero eso será en la próxima entrega.

miércoles, mayo 04, 2011

DIVORCIO


...Y junto a la persona que he llegado a aborrecer se va la belleza con la que quería convivir.

martes, mayo 03, 2011

Diarios


Ayer pensé que me desmayaba en Union Square pero al final no. Voy teniendo revelaciones de desmayos y en casa de náuseas. Vomitar es horrible pero, al final, todo se me pasó cuando entré en el Q camino de Avenue H, en el momento en que una niña empezó a llorar.

NOTA: He cambiado el color de fondo del blog (que más que un rincón es un país). Tengo que ir investigando cómo ajustar los otros colores. Espero que con este nuevo fondo la lectura sea más fácil. El color burdeos es más primavera y también más majestuoso.